lunes, 2 de mayo de 2016

SUE KAUFMAN

 
                                                          Sue Kaufman


                                       


        Nació en Nueva York en 1926 y vivió en esta ciudad hasta el día de su muerte (1977).
        Apenas se sabe nada de la vida de esta gran escritora. Se graduó en el Vassar College en 1947. Colaboró con sus publicaciones en The Atlantic Monthy, The Paris Review y The Saturday Evening Post.
        En 1953 se casó con un médico llamado Jeremías Abraham Barondess, con el que tuvo un hijo.
        Su primera novela, The Happy Summer Days es de 1959, pero el mayor éxito de su carrera llegaría en 1967, año de la publicación de Diario de un ama de casa desquiciada (adaptada al cine en 1970).
        Desde 1980, la Academia de las Artes y las Letras norteamericana convoca el Premio Sue Kaufman de Ficción en su memoria.
        Murió en Manhattan en 1977 (cuando solamente tenía cincuenta años) después de una larga enfermedad.
        Algunas de sus obras: The Happy Summer Days (1959), Green Holly (1961), Diario de un ama de casa desquiciada (1967), The Headshrinker's Test (1969), Falling Bodies (1974), The Master and other stories (1976).




                                         



        Diario de un ama de casa desquiciada es considerada una de las obras fundamentales y más representativa de la conciencia femenina surgida en Estados Unidos en el siglo XXI.
        La protagonista de la obra escribe un diario en el que nos va contando su día a día. Desde la primera página te engancha y te alías con ella contra el resto del mundo. Es un libro triste y divertido al mismo tiempo. Triste porque te das cuenta de la vida de las mujeres de su época y te resignas a lo que va contando sin poder hacer nada, pero al mismo tiempo divertido porque Bettina (la protagonista) tiene un carácter y unas manías o miedos que según va plasmando te hacen sonreir. Es un mujer graciosa y distraída, cualquier cosa que te cuente, aunque sea el hecho de hacer un simple estofado o unas compras navideñas, acaba siendo entretenido. Tiene el don de contar cualquier cosa cotidiana o insignificante como si fuera lo más transcendental del mundo. 
        El tema fundamental de la obra ya está recogido en el título, pero es esto y muchas otras cosas más. Es la lucha de las mujeres por un papel activo en la sociedad, por otro papel que no sea de "madre modelo", "esposa modelo", "hija modelo" y un sinfín de obligaciones a las que estaban sometidas y hacían que sus vidas fueran una auténtica tortura pero que nadie les diese importancia. No tenían ninguna vía de escape,ni siquiera los médicos, psiquiatras, amigas, padres...puesto que para todos la vida de una mujer debía ser como estaba estipulado y además, si esa mujer incluso era de familia "acomodada" era todavía más difícil quejarse ya que debería dar gracias por ser "tan afortunada".
        Me pareció un libro fantástico, me gusta cómo se expresa (me llevé una grata sorpresa también con  la traducción, que es de Milena Busquets, de la cual ya hablé en este blog de su vida y de su libro "También esto pasará") y sus ideas (sobre todo teniendo en cuenta la época en la que se escribió).
        Un libro ácido, sentimental, ocurrente, animado, reivindicativo, valiente...
        Por no hablar del final y adelantar nada, sólo decir que la última página (último párrafo, más concretamente) en lo referente a la cucaracha...me ha encantado. Creo que todas somos unas pequeñas cucarachas, unas quedamos atrapadas y otras escapamos... unas tenemos más suerte y otras no, a veces está en nuestras manos o estamos en manos de alguien...pero siempre hay una salida. Elegimos la cucaracha (increiblemente fuerte) que queremos ser. La clave está en la elección (todo esto desde mi punto de vista, por supuesto, hay quien leerá esto y no verá la similitud en lo que estoy diciendo). 
        Otro libro que me ha sacado una sonrisa y que recomiendo a quien tenga ganas de pasar un buen rato.

        Las frases que más me han gustado:

        "Mientras buscaban y elegían, yo me quedé a su lado mirando, deseando que el tic de mi ojo derecho se detuviese y rezando para que el nudo de mi garganta no empeorase, y entonces me fijé en el montón de libretas y se me ocurrió la idea. Así de sencillo. Las vi y supe que eran lo que necesitaba, lo que había estado buscando todo este tiempo, sin saber que las necesitaba ni que estuviera buscándolas. No sé si me explico. También supe que era una  buena idea, sensata, porque mientras estaba allí de pie, mirando las libretas,el tic del ojo se detuvo de repente y el nudo de la garganta desapareció. Una señal. Así pues, cogí cuatro libretas y me las puse debajo del brazo".
        "No he tenido tiempo de hacerlo porque, hasta hoy que ha empezado el  colegio, las niñas han estado sin nada en qué ocuparse. He tenido que entretenerlas. He pasado dos semanas con ellas, recorriendo la ciudad con este calor insoportable: de compras, al médico y al dentista para las revisiones, de paseo con sus amigas. Si estoy cansada y pálida y un poco desarreglada, si parezco nerviosa y desorganizada, es porque no soporto correr todo el día de un lado a otro con este calor, y porque no he tenido ni un sólo minuto para mi".
        "Lo que realmente pasa es que estoy paralizada, y lo he estado todo el verano. Lo que pasa es que estoy paranoica. Lo que pasa es que a veces me siento tan deprimida que ni siquiera puedo hablar, tan desesperada que me encierro en el lavabo y abro todos los grifos para que no se me oiga llorar. En cambio, otras veces estoy con los nervios tan de punta que no puedo quedarme quieta en ningún sitio y todo se agita a mi alrededor, y al final no tengo más remedio que tomarme una pastilla o un trago de vodka a escondidas..., lo que tenga más a mano. Lo que pasa es que de repente siento miedo de casi todo lo imaginable. Haré una lista. Tengo miedo de:
los ascensores
los metros
los puentes
los túneles
los sitios altos
los sitios subterráneos
los sitios cerrados
los barcos
los coches
los aviones
los trenes
las multitudes
los parques desiertos
los dentistas
las abejas
las arañas
las polillas peludas
las cucarachas
las pandillas de adolescentes
los atracadores
los violadores
los tiburones
los incendios
los maremotos 
las enfermedades mortales (todas las conocidas)

        La lista continúa, pero yo soy incapaz de seguir. Es la primera vez que lo pongo por escrito".
        "Me psicoanalicé a fondo, y se supone que con éxito. Hace once años que funciono de maravilla, y no puedo evitar pensar que sólo estoy temporalmente fuera de servicio, y de que lo que no funciona en mí es algo que sólo yo puedo arreglar. No soy, en absoluto, material de loquero".
        "Dijo que yo no lloraba por mi padre, sino por mí misma".
        "No sólo pienso que puedo solucionar yo misma lo que me ocurre, sino que creo, además, que al final no habrá sido más que una casualidad. Algo medioambiental. O algo extraño que todavía no ha sido documentado".
        "Tenga lo que tenga, me será de gran ayuda escribir en este cuaderno".
        "Soy alta, delgada y tengo el pelo rubio oscuro o castaño claro, y uno de esos rostros que cambian continuamente: puedo parecer dura, blanda, corriente, casi-mona y, algunas veces -cuando estoy tensa o enferma o posando para una foto -, fea como ese personaje de Popeye, Alice the Goon".
       "Mi querida mamá. Genio y figura. La odié hasta que fui al loquero, entonces <aprendí> a entenderla y a ser tolerante... Lo que significa sencillamente que aprendí a pensar en ella sin alterarme ni ponerme hecha una furia".
        "A pesar de todo, y dejando de lado a mamá, logré convertirme en una chica agradable, aparentemente normal, aunque un poco sumisa".
        "Aprendí a aceptar el hecho de que yo era una joven lista pero bastante corriente, un tanto pasiva y tímida".
        "Dicho ahora suena bastante calculado, pero lo cierto es que, cuando te estás psicoanalizando y de repente tienes una <revelación>, no te quedas allí dándole vueltas... Agarras la <revelación> y la conviertes inmediatamente en acción.
        Ahora bien, durante el tiempo que necesité para descubrir quién era, mi vida no se detuvo".
        "Resultaba todo bastante deprimente. Un paréntesis. Una especie de impasse. Quiero decir que allí estaba yo, lista y dispuesta para empezar a ser quien estaba destinada a ser, con ninguno de los accesorios necesarios a la vista".
        "Es curioso cómo a menudo parece que un cambio drástico en tu vida sirva de señal para que se produzcan muchos otros cambios: como si se desatara una especie de reacción en cadena".
        "Cuando estás muy ocupado siempre encuentras tiempo para hacer todavía más cosas".
        "¿Que sé que soy una chica muy afortunada, y que realmente debo de estar loca para hallarme en este estado, cuando tengo todo lo que una chica podría desear?".
        "También tengo esa encantadora sensación de que me crece un hueso de melocotón dentro de la garganta".
        "También me di cuenta ayer por la noche de que mi mesita de noche es un reflejo nítido de mi estado de ánimo. Supongo que es una tontería dejar tantas pruebas condenatorias por en medio, pero me parece que Jonathan no es consciente de nada en absoluto, sólo sabe que leo aproximadamente una hora cada noche antes de ponerme a dormir. En este momento, amontonados alrededor de la lámpara, tengo:
Las Obras completas de Chéjov
Los Buddenbrook
Tres cuentos, de Flaubert
Las obras completas de Jane Austen
Los poemas de Andrew Marvell
Regreso a Howard End
La edad de la ansiedad, de Auden
El amante de Lady Chatterley
 
        En el estante de abajo hay algunas revistas de moda, americanas y francesas, algunos números atrasados de Art News y las páginas de opinión de varias ediciones del Times. Este estante comprende mis Lecturas Obligatorias, cosas que Jonathan insiste en que lea, pero yo nunca las toco, excepto para purgar la pila de Times cuando se hace demasiado alta".
        "Puede que yo elija mis lecturas como reacción a las suyas, aunque en realidad creo que son sencillamente un método para tranquilizarme sin necesidad de pastillas ni alcohol".
        "Pero claro, el año pasado yo estaba por estas fechas, supuestamente cuerda. Por estas fechas estaba, el año pasado, haciendo todo lo que me tocaba (llevaba esta casa con eficiencia, la decoraba, iba a fiestas, era una madre modelo), y no prestaba atención a lo que me gustaba, lo reprimía, aunque a veces no podía soportar escuchar la conversación de la Gente Nueva y no lograba mirar directamente a la cara a Jonathan con su traje nuevo de doscientos dólares y sus zapatos de charol de cordones. Entonces yo me acusaba de provincianismo y de esnobismo a la inversa y seguía con mi vida. En resumen: logré mantener el control sobre mí misma".
        "Por la noche leía a Agatha Christie, a Simenom o a Ngaio Marsh y veía películas antiguas en la televisión, y, aunque a ratos me abrumaba una sensación de soledad insoportable, pensaba que me estaba comportando como una niña y que lo mejor era esperar a que se me pasase".
        "Y ya no hubo vuelta atrás. La culpa había desaparecido: sólo quedaba la soledad, una soledad tan profunda y sobrecogedora que de pronto entendí por qué los perros echan la cabeza hacia atrás y aúllan cuando se los deja solos".
        "El hecho principal es que Jonathan ha cambiado, ha crecido (otra vez estas palabras), y que yo no he cambiado ni he crecido al mismo ritmo, no he intentado mantenerme a su nivel, no he seguido las pautas que fijé en mi psicoanálisis. Es estupendo seguir llenándose la boca con lo del papel femenino pasivo y felicitarse constantemente por haberlo aceptado, pero la verdad es que hay una segunda etapa en esa aceptación, una secuencia lógica que seguir, una transición que hacer, y yo no la he hecho. Se supone que las mujeres como yo, después de pasar cierto número de años realizándose con las tareas domésticas, han de salir de la reclusión de su guarida y reintegrarse al Gran Mundo de manera instantánea. Se supone que han de retomar un trabajo que tuvieron y dejaron o, si nunca tuvieron ninguno, buscarlo. Pueden afiliarse a un comité y hacer buenas obras, pueden volver a la universidad y hacer el doctorado, pueden abrir una galería de arte o una tienda de antigüedades o una librería o una tienda de moda, incluso pueden convertirse, sencillamente, en personajes destacados de la sociedad y organizar galas benéficas e innumerables fiestas: lo que sea, mientras implique Acción. Lo cual es justo lo opuesto a mi parálisis actual. Y en cuanto logre salir de esto, espabilarme y animarme, empezar a hacer algo, las cosas volverán a su lugar y todo irá mejor. Puede que entonces todo vaya mejor que nunca...".
        "No puedo ser valiente. Soy cobarde hasta la médula. Tengo miedo de todo lo habido y por haber".
        "Sigue sana y feliz y recuerda que tienes todo lo que una chica puede desear en esta vida.
                            Tu padre, que te quiere".
        "Al que ya se ha ahogado no le molesta la lluvia".
        "Hoy es jueves, el día libre de Lottie, y estoy aquí sola esperando a que llegue el hombre que viene a pulir el suelo para la fiesta del sábado por la noche. Estoy aquí sola, repito, y sin embargo siento que me importa un pimiento que me violen, me apuñalen sesenta veces, me lleven al sótano en un carrito de lavandería y me metan en el incinerador con los pies colgando fuera".
        "Lo que eres y no deberías ser es tan dura contigo misma".
        "En esos dibujos animados sádicos que las niñas miran en la televisión, como Bugs Bunny o Tom y Jerry o Mickey Mouse, hay siempre una escena desenfrenada de persecución- y-trifulca; durante ese enloquecido embrollo, uno de los participantes, el perseguidor o el perseguido, es aplastado indefectiblemente por algún objeto contundente -una apisonadora, una caja fuerte, un camión Mac, un piano- que lo deja aplastado, convertido en una versión unidimensional de él mismo; entonces vuelve a levantarse, se sacude el polvo y, sin sentir ningún dolor, sigue adelante. Bueno. Ésa soy yo. Aplastada. Una versión unidimensional de mí misma. Pero, sorprendentemente, no siento dolor y sigo adelante".

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