viernes, 20 de mayo de 2016

EDITH WHARTON



                                                




        De soltera Edith Newbold Jones. Nació el veinticuatro de enero de 1862 en Nueva York en una familia de la alta burguesía y le dieron una notable educación.
        Desde pequeña se nota su inteligencia y su imaginación. Ella misma al recordar esos años explicaba: "Siempre que evoco mi infancia es en la biblioteca de mi padre donde revive (...) El niño sabe instintivamente cuándo será comprendido y yo, desde el principio, guardé mis aventuras con los libros para mí (...) Tras haber consultado mi madre, con desesperación, a su habitual asesor literario "qué podía regalarle a la niña por su cumpleaños", desperté para encontrar junto a mi cama ¡las grandes ediciones de Keats y Shelley a cargo de Buxton Forman! Entonces se abrieron de par en par las puertas de los reinos de oro, y desde aquel día hasta hoy  no creo haber estado nunca más, en mi yo más íntimo, completamente sola, ni haberme sentido totalmente desdichada".
        Pasó parte de su infancia en Europa (primero en París y después en Alemania y Florencia).
        Era una mujer refinada y con una gran cultura que decidió dedicarse a las letras a pesar de los consejos de su madre (que consideraba que la escritura hacía vulgares a las mujeres).
        Escribió novelas, libros de viajes, relatos y poemas y fue también una respetada paisajista y asesora de estilo (sus dos obras "La decoración de casa" y "Villas italianas" son un ejemplo claro de esta pasión que tenía; e incluso una de sus fincas "The Mount" fue diseñada por ella misma).
        Cuando tenía 23 años, en 1885, se casó con Edward Robbins Wharton (un banquero doce años mayor que ella), un amigo de su hermano con el que según ella compartía el amor por los animales, por la vida al aire libre y por los  viajes; pero desgraciadamente no compartían ningún interés intelectual ni artístico. Cuando llevaban 25 años casados (y después de descubrir que Edward se había apropiado de una cantidad enorme de su dinero para comprarse una casa para llevar a sus amantes y que había vendido su mansión "The Mount") se separaron en 1911 y se divorciaron en 1913. A Edith le afectó mucho, tanto mental como físicamente.
        Durante unos años mantuvo una relación con William Morton Fullerton, un periodista estadounidense que conoció cuando se encontraba en París trabajando para el Times de Londres.
        Wharton cruzó el Atlántico un sinfín de veces (heredó una enorme fortuna de joven y podía permitirse muchos lujos). Disfrutó de cruceros por el mar Mediterráneo y las islas griegas, de largos viajes por Europa, de comidas elegantes, visitas a salones parisinos, palacios italianos, mansiones inglesas...y mantuvo amistades en el mundo artístico, intelectual y aristocrático de Europa.
        En 1891 apareció su primer relato "Mrs. Manstey's View" en el Scribner's Magazine.
        En 1907 se establece definitivamente en Francia. En esta época también comienza su gran amistad con Henry James (al que siempre admiró y del que fue su discípula). Destaca por esas fechas su novela corta "Ethan Frome" (1911), una novela de amor ambientada en Nueva Inglaterra.
        Durante la guerra,Edith, trabajó para la Cruz Roja con los refugiados (el gobierno francés le otorgaría la cruz de la Legión de Honor), dirigió salas de trabajo para mujeres desempleadas, organizó conciertos para dar trabajo a músicos, ayudó en hospitales para tuberculosis...
        Fue miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras (1926) y del Instituto Nacional de las Artes y las Letras. El gobierno de Estados Unidos le concedió la medalla de oro de este último Instituto Nacional en 1924 (fue la primera mujer en lograrlo).
        En 1921 ganó el premio Pulitzer por "La edad de la inocencia" (su obra más conocida) y en 1923 fue la primera mujer nombrada Doctor honoris causa por la Universidad de Yale.
        En sus libros destaca sobre todo por su ironía y por su manera de explicar las costumbres y manera de ser de la gente de la alta sociedad (a la que ella misma pertenecía) y dejar  en evidencia su ignorancia y estrechez de miras.
        Continuó escribiendo hasta el día de su muerte (11 de agosto de 1937, cerca de París). Está enterrada en el cementerio de Gonards en Versalles.
        Creó increíbles personajes femeninos atrapados en sus deseos y las exigencias del mundo que los rodeaba.
        Algunas de sus obras: Cuentos inquietantes, El diagnóstico, La solterona, Escribir ficción, Encanto y compañía, Fiebre romana, Almas rezagadas, La casa de la alegría, Las hermanas Bunner, Madame de Treymes y otros relatos, Estío, Relatos de fantasmas, Los niños, Sueño crepuscular, La renuncia Vieja Nueva York, Un hijo en el frente, En Marruecos, La edad de la inocencia, Francia combatiente, Las costumbres nacionales, El arrecife, Ethan Frome, Santuario, La piedra de toque...




                          
   



        Siete relatos (que abarcan desde 1891 a 1935) que son una crítica elegante y sutil de las presiones sociales, matrimonios, frustraciones, anhelos...de la alta burguesía.
        Escritos desde la ironía y con un dominio asombroso de los personajes. Sorprende la perfecta caracterización de todos sus protagonistas.
        Relatos breves pero deslumbrantes. Historias imprevisibles y finales insospechados. He disfrutado mucho leyéndolos.


        Las frases que más me gustaron:

        "Durante muchos años había abrigado el deseo de vivir en el campo, de tener un gallinero y un jardín; pero este anhelo se había desvanecido con el tiempo, dejando únicamente en el corazón de esta mujer tan poco comunicativa una ternura imprecisa por las plantas y los animales. Quizá era esta ternura la que la hacía aferrarse con tanto fervor a las vistas de su ventana, unas vistas en las que la persona más optimista habría tenido en un principio dificultades para descubrir algo digno de admiración".
        "Tenía la afortunada facilidad de quedarse con el lado agradable de lo que había ante ella".
        "Quizá la señora Manstey en el fondo era una artista; en cualquier caso, era sensible a los muchos cambios de color que pasan desapercibidos al ojo común; y tan querido para ella era el verdor de la primavera temprana como la negra enramada contra el cielo frío y color azufre al término de un día nevado".
        "Todos somos demasiado viejos para mudarnos".
        "Pero tan sólo era la señora Manstey, y se estaba muriendo tal como había vivido, solitaria, si no sola".
        "De vez en cuando, a intervalos siempre cambiantes, una ráfaga de dolor la recorría, como un breve relámpago difuso a través de un cielo de verano; pero era demasiado transitorio para poder alterar su sopor, ese calmado, delicioso, infinito sopor en el que se sentía hundirse más y más profundamente, sin ningún impulso perturbador con el que poder ofrecer resistencia, sin ningún esfuerzo para mantenerse en el evanescente filo de la conciencia".
        "Y en esta oscuridad ella se sentía hundirse, cada vez más, con la agradable seguridad de aquel que se sabe sostenido desde abajo".
        "Así que, después de todo, la muerte no es el final".
        "Quizás ahora sepa de verdad lo que significa vivir".
        "¿De verdad nunca has sabido lo que significa vivir?- le preguntó el Espíritu de la Vida.
        - Nunca he conocido- contestó ella- esa plenitud de la vida que todos creemos que somos capaces de sentir; aunque mi vida no ha transcurrido sin algunos momentos esporádicos de plenitud, como el perfume de la tierra que le llega a uno cuando se encuentra muy lejos, adentrado en el mar.
        -¿Y a qué llamas tú la plenitud de la vida?- preguntó el Espíritu de nuevo.
        - Oh, no puedo decírtelo, si no lo sé...- dijo ella casi en un tono de reproche-. Se supone que muchas palabras la definen; el amor y la compasión son las más usadas, pero no estoy del todo segura de que sean las correctas, así que muy poca gente realmente sabe lo que significan".
        "Mi matrimonio fue un asunto muy incompleto.
        -¿Y aún así le tenías cariño a tu marido?
        -Has dado con la palabra correcta. Le tenía cariño, sí, tal y como también sentía cariño por mi abuela, y por la casa donde nací, y mi vieja niñera. Oh, sentía cariño por él, y se nos consideraba una pareja muy feliz. Pero algunas veces he pensado que la naturaleza femenina es como una gran casa llena de habitaciones: está el vestíbulo, por el que pasa todo el mundo cuando entra y sale; el salón, donde se reciben las visitas formales; la sala de estar, donde los miembros de la familia van y vienen a su antojo; pero más allá, mucho más allá, hay otras habitaciones, los pomos de cuyas puertas quizás nunca se giran; nadie sabe el camino para llegar hasta ellas, nadie sabe a dónde llevan; y en la habitación más recóndita, la más sagrada entre las sagradas, el alma está sentada y espera unos pasos que nunca llegan".
        "¿A qué influencia, pues, debías esas sensaciones exquisitas?
        -Apenas lo sé. A veces el perfume de una flor; a veces a un verso de Dante o de Shakespeare; a veces a un cuadro o a una puesta de sol; o a uno de esos días tranquilos en el mar, cuando parece que una esté tumbada en la cuenca de una perla azul; a veces, pero pocas, a una palabra dicha por alguien que se arriesgó a pronunciar, en el momento oportuno, lo que yo sentía pero no sabía expresar".
        "-¿Aquí aún mantenéis  esa ficción sobre la posibilidad de escoger?".
        "Cuando finalmente la muerte de su esposa lo liberó, el asunto fue saber cuánto de él se había llevado ella consigo".
        "La señora Grancy adquirió el encanto que hace que los rostros de algunas mujeres parezcan un libro del que nunca se llega a pasar la última página".
        "Algunas versiones de la felicidad humana son como un lago sin salida al mar".
        "La postura instintiva del dolor es un compromiso inestable entre la incredulidad y la postración".
        "Sólo hablamos de lo que no pensábamos, y nos separamos".
        "Por entonces estaba en plena lucha, pero si bien él y su dolor aún vivían juntos, ya no era en calidad de enemigos".
        "Nunca antes me hubiera imaginado cómo los muertos pueden sobrevivir tanto".
        "Aún así, siempre está bien vivir, y he gozado de mucha felicidad...del tipo más evolucionado. De lo que nunca gocé fue de la felicidad simple e inconsciente que uno respira como si fuera el aire...".
        "Hasta ahora, no había tenido en su vida muchas cosas por las que apresurarse".
        "Era una cara que se había marchitado esperando las alegrías de la juventud".
        "Era tan sosa como el dibujo del papel de la pared...y así era su vida. Y toda la gente a su alrededor tenía el mismo aspecto".
        "Éste había sido su mundo, un mundo desprovisto de vivencias personales".
        "Tengo para elegir todo esto...¡y en cambio te he escogido a ti!".
        "Margaret Ransom nunca consideró que estaba sentada en la sombra".
        "Pensaba que los muertos debían sentirse así, repitiendo los gestos inútiles de los vivos junto a alguna orilla de la laguna Estigia. ¿Habría vivido alguna otra mujer a la que nunca hubiera sucedido nada?, se preguntaba".
        "Su locura había sido no haber aprovechado bien la vida; que siempre hubiera estado ordenando, discriminando, probando una perspectiva, escogiendo, sopesando..."
        "Todo el mundo tiene su oportunidad, tarde o temprano".
        "Se había demostrado a sí misma que la vida no era tan mala si sabías cómo administrarla".
        "Parece que la amo por todas las cosas que no es".
        "De acuerdo, ¿pero no decían acaso los psicólogos que había un momento en la vida de toda mujer - de toda mujer abnegada- en que la personalidad reprimida de su ser se reafirma de repente, en cuerpo y alma, y entonces se olvidaban de todo, de sus deberes, de sus ataduras y de sus responsabilidades?".
        "Nunca pareció prestar atención a su personalidad, que es lo peor que le puede ocurrir a una mujer".
        "Siempre es peligroso darle la vuelta por todos lados a un sentimiento; sobre todo, cuando se trata de la felicidad".

        

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