lunes, 23 de mayo de 2016
R. G. P
Querido papá:
He decidido
que quiero escribir.
Escribir todos
los días
como cuando
me quedaba en casa
en vez de jugar
(ese era mi juego).
Disfrutar
de las horas
no perdidas.
Después de comprobar
para qué no valgo
(no estés triste,
es muy reconfortante
aprender que hay cosas
a las que no importa
no dedicarse),
siento que puedo contarte
unos cuantos trastornos
(después los asumiré yo
y ya juntos
en algún momento
no los discutiremos).
Recuerdo que no leías
apenas los libros de casa
pero siempre nos la llenabas
de ejemplares
y te encargabas de que
cada una de nosotras
tuviese su biblioteca.
No sé si leías o no
algo de lo que escribía
pero me veías hacerlo
sin decir nada
(tu manera de no decir,
a veces,
era una caricia en la mejilla
o una palmada en la espalda
que hacía llorar
al centro del disgusto).
Un día de tantos
se me dió por escribir
unas "poesías"
(que encontré el otro día
y fueron a parar a la basura.
Aquel día también pensé
que esa era otra cosa
a la que no dedicarme).
No me emocioné
por nada de lo que
estaba escrito,
pero sí lloré por
dónde estaba guardado.
Es curioso sentir
cómo se olvidan
las cosas importantes.
Después de casi acabar
de ordenar cajas viejas
encontré el cuaderno
entre otros papeles insignificantes
y de pronto vi
"mis poesías"
en unas pastas verde botella
perfecta y preciosamente
encuadernadas,
con el título y
mi nombre y apellidos abajo...
y entonces
un torbellino de lágrimas
empezaron a mojar todo,
todas las páginas arrancadas,
toda mi cara y mis dedos
y me volví a acordar de ti,
(otra vez)
pero de manera diferente.
Tal vez olvidé
por unos instantes
ese pañuelito de tu garganta
que tapaba el agujero
y pensé en lo triste
y bonito
que era sentir
que aunque no supiera
si me leías o no
(siempre el silencio)
estabas ahí
para recoger esos pedacitos
(que aún tengo sueltos)
y recordarme que
saliera o no saliera bien
merecía la pena probarlo
y hacerlo en serio.
Porque necesitaba auxilio
y conocías mi debilidad.
Ahora han quedado
solamente las páginas en blanco
y cuando lo he cogido
para guardarlo
al lado de los libros
que me dedicaste
he pensado que quizá
ya es hora de llenarlas
y empezar a contarte
cómo duele la vida
y cómo voy a recuperarme (contigo)
de la vida (sin ti).
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