domingo, 29 de mayo de 2016
R. G. P
Ya no me da miedo
pensar en ti
a las ocho de la mañana
de cualquier lunes.
Todas aquellas
arenas movedizas
las estoy dejando atrás.
A pesar de las manos entumecidas,
infecciones que acorralan,
y estas pastillas
que desfiguran (también por dentro),
ahora sólo bajo la cabeza
para no aplastar flores.
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