LAS ALAS DE MI PADRE
Madame, una "hostelera" muy peculiar, vive en su "hotelito" de ocho habitaciones en la preciosa Cerdeña al borde del mar y rodeada de un auténtico paisaje espectacular que hace que su vida, a pesar de no tener dinero ni suerte en el amor, tenga sentido en ese lugar idílico y salvaje.
A esta increíble mujer (que siempre da una respuesta negativa a los constructores que quieren convertir su terreno en hoteles turísticos) la conocemos gracias a la mirada de una niña (una vecina que perdió a su padre y cree que éste le ayuda desde algún lugar) que nos va contando (a modo de diario) todo lo que sucede a su alrededor y que es, casi sin ninguna duda, la que mejor la conoce (incluso más que ella misma).
A través de las poquitas páginas que tiene esta novela, sentimos un inmenso afecto hacia la narradora y nos compadecemos de su tristeza. Por ella, casi disfrutamos de un cierto apego hacia Madame, porque representa la fortaleza, la integridad, la determinación...para no dejarse tiranizar por la riqueza material (que no la hará más feliz de lo que puede ser, o no, sin ella).
Gracias a varios personajes que la rodean, en especial el abuelo de la niña y su vecino Pietrino (el hijo más pequeño de la casa de al lado), vamos disfrutando del amor a la belleza, a la generosidad, a la importancia de ayudar a los demás, de ser tolerantes.
Madame nos adentra en el mundo de las supersticiones (intenta hechizar a sus amantes para sentirse por fin algún día querida como ella quisiera) y la magia (siempre para hacer felices a sus huéspedes y seres queridos) y nos hace sentir un deseo irrefrenable por protegerla de todo y de todos (la vida, la gente, esos hombres que no la merecen...).
Un libro breve y profundo; con un lenguaje natural e inocente que te deja, a pesar de algunas penas, una sensación de paz.
La magia y el amor (de todas las maneras posibles) siempre nos salvarán.
Las frases que más me han marcado:
"Pero, muchas veces, toda esta belleza nos aburre, nos entran deseos del mundo normal y se nos ponen los nervios de punta".
"Hasta abuelo pensaba así antes, pero ahora dice que nos pasamos la vida haciendo grandes esfuerzos por adaptarnos al pensamiento dominante, que nos parece el mejor por ser el de la mayoría de la gente, cuando en muchos casos deberíamos emplear las energías en cambiar esa forma de pensar común, y a alguien le tiene que tocar ser el primero".
"Lo peor de todo es la soledad. Cuando almuerza sola, algo que ocurre casi siempre, sin mantel, con servilleta de papel, nota un fantasma que le da golpes en la cabeza y se la echa sobre el plato".
"Ella admira mucho a la familia de los vecinos y no sólo porque son buenas personas, sino porque saben cómo ser felices".
"Mi padre no es de esos que abandona así a los suyos. Sobre todo a mí".
"Pero Pietrino tiene su mundo y no necesita nada más. Ni siquiera juguetes. A su hermano mayor, cuando regresa de París, le pide que le traiga algo. Pero no sabe qué. Su hermano mayor tampoco lo sabe. Entonces le trae los billetes usados de avión y metro, un envoltorio de pan con los textos en francés, una botellita de eau minerale Vittel; el niño lo guarda todo en una caja, que cree mágica y la llama el tesoro de París".
"Y sin magia la vida no es más que un espanto".
"Mamá no soporta esa ardiente imaginación mía. Dice que soy una mentirosa. Como mi padre. Tampoco soporta que no conteste cuando me llaman, y si contesto, estoy con el cuerpo, pero vete a saber dónde estoy con la mente. Y lo que menos tolera es que si cuento algo, a lo mejor con lujo de detalles, después siempre se descubre que las cosas no fueron realmente así y que la realidad no hizo más que inspirarme".
"Abuelo consuela a sus hijas diciéndoles que el dinero no nos hace falta, total, vivimos en un lugar maravillosos".
"Pero abuelo va a casa de Madame cuando su amiga se ha ido, y dice que a él, la gente que se cree que comprando cuatro chorradas se limpia la conciencia con el Tercer Mundo, le da asco".
"Pietrino llora y tiene una tonsura en la cabeza, porque se arranca el pelo de la desesperación, ya que se pasa su niñez llamando a quien nunca le contesta".
"Idolatra al hijo mayor y al menor de los vecinos. Dice que son heroicos oponiéndose a su modelo familiar y encarnan la diversidad necesaria para que el mundo mantenga el equilibrio".
"Después de pasarse meses desesperada porque nosostros teníamos todos los números para ser felices y lo que nos había ocurrido no era justo, al final acabó muriéndose de pena. Ella no quería oír hablar siquiera de las diversidades necesarias para el equilibrio del mundo, al contrario, si abuelo intentaba consolarla con esta filosofía, se desesperaba todavía más, le daban ataques al corazón y había que llevarla enseguida a urgencias".
"Siempre está contento con todo, con la belleza de los lugares, con la comida, con las camisas que huelen a limpio, con los libros que por las noches lo esperan en la mesilla, con los partidos de fútbol sala".
"Abuelo dice, pero con alegría, como si hablara de cualquier otra cosa, que a él le gustan los cambios, que le gustaría morirse porque seguir viviendo sería acumular repeticiones. Una pesadez".
"Abuelo dice que madame es ^el hombre nuevo^, el único ser humano que podrá sobrevivir a la catástrofe en curso, porque sabe distinguir lo insignificante de lo que es verdaderamente importante en la vida".
"¿Quién nos dió pues la vuelta, de tal modo
que, hagamos lo que hagamos, estamos en la actitud
del que se marcha? Como aquel que,
en la última colina que le muestra una vez más
todo su valle, se da la vuelta, se detiene, permanece así un rato,
así vivimos siempre, despidiéndonos".
"Yo también le rezo a menudo a mi padre para que me venga a buscar y me lleve allá arriba donde él está. A veces estoy tan cansada de mis preocupaciones, del miedo a todas las cosas feas que todavía pueden ocurrir, que pienso en las palabras de la mamá de los vecinos, y sobre todo, en las de San Pablo, entonces me arrepiento enseguida y me convenzo de que si mi padre no viene a buscarme es porque aquí soy útil.
En cambio, abuelo a los vecinos no los puede ni ver. Por tener tantos hijos y ocuparse de ellos en general y no en particular. Por pasarse todo el santo día diciendo ^¡reza una oración!^. Por la forma en que los padres se toman de la mano delante de la gente. Si tanto se quieren, ¿por qué no se lo guardan para ellos? Por la misa de los domingos, a la que no se falta nunca aunque en casa haya alguien con cuarenta de fiebre, de lo contrario, te vas al infierno, la mitad de la familia va en el coche de mamaíta y la otra mitad, en el de papaíto".
"Ya no se puede aguantar a toda esa gente que compra, compra y compra porque en la vida no tiene otros placeres; la mejor revolución sería dejar de comprar y hacernos toda la ropa con sábanas y manteles viejos".
"Justamente lo que parece más simple, en realidad es dificilísimo de entender de veras".
"Ojalá mi padre me dijera qué está bien y qué está mal, aunque para mí que no lo sabe, ni siquiera ahora que está allá arriba".
"El mundo no se había venido abajo y se disfrutaba del placer de vivir. Mientras estuviéramos todos no se vendría abajo. Porque no soportaba nada las separaciones".
"Un filósofo dijo que las aventuras más grandes le ocurren al primero que las sabe contar".
"Mi tía dice que según el gran ensayista y crítico Walter Benjamin, cuando escribo, hago algo importantísimo. En el sentido siguiente. Hace mucho, cuando sólo existía la naturaleza sin el hombre, el mundo estaba en perfecta armonía con Dios, todas las criaturas sabían de forma natural cuál era su propio sentido y hacían lo que debían hacer, por ejemplo, los árboles daban frutos y cosas por el estilo. Entonces apareció el hombre y empezó a poner nombre a las cosas privándolas de ese sentido. Si nosotros llamamos árbol a un árbol, enseguida pensamos únicamente en los frutos, y esto es limitativo. Según mi tía, los escritores como yo salvan a las criaturas de esos límites. El poeta busca las palabras para devolverle al árbol ese sentido perdido".
"Pero que sólo una magia, la Suerte, el Dios de los vecinos o las alas de mi padre podían hacer que nos encontráramos".
"Madame no se guarda nada, ni siquiera el tiempo. Siempre está disponible. No la entiendo. Si los demás me quitaran todo mi tiempo, los odiaría o me volvería loca. Cuando estoy pensando en mis cosas y oigo que me llaman, sencillamente no contesto.
A veces Madame, por la falta de amor, se despierta en plena noche, entonces se acuerda de que está sola y le parece que se ahoga, se levanta y se toma un vaso de agua, pero el amor que no tiene le quita el aliento.
Le da miedo lo que pueda ocurrirle cuando sea vieja, a pesar de eso, tiene que existir alguna manera de encontrar el amor incluso de vieja. Alguna magia".
"Sin embargo, la abuela de los vecinos es un ser humano importante, porque tiene el cerebro tan vacío, tan vacío, que constituye la prueba ontológica de la existencia de Dios. Y es verdad, porque ¿cómo se las arreglaría, así completamente sin cerebro, para caminar, hablar, manifestar sus ideas, tener sentimientos, si no tuviera alma? Por tanto, el alma existe".
"A abuelo también le da pena, dice que las empresas farmacéuticas se aprovechan de los pobrecitos como La Alegría y los hacen funcionar a fuerza de Prozac, porque si se deprimen, se quedan en cama, no compran nada más y la economía mundial se hunde".
"Antes de irse, el herido se despidió de Madame con un discurso. Entendió por qué los hombres no se enamoran de Madame, a pesar de su belleza y su carga sexual. Es demasiado buena y dócil, pero de una bondad tan fuera del tiempo, que resulta fastidiosa, y el herido no piensa, como hace abuelo, que esa bondad y esa docilidad son condiciones necesarias para que en el futuro siga existiendo el hombre".
"Es terrible que nunca te toque nadie".
"Un día, Madame se armó de valor y le preguntó a su amante si la quiere un poquito. Él sonrió y dijo que no se quiere un poquito. O se quiere o no se quiere".
"La vida sin magia no es más que un espanto".
"Esa noche volvió mi padre. Pensé que venía a buscarme, y en el fondo estaba contenta, porque a veces me parece que el futuro no me traerá nada bueno, así que más vale irse enseguida".
"Un árbol no es nunca sólo un árbol".
"En el fondo, la vida es hermosa".
"Madame sintió un disparo a bocajarro, ¡buum! No le salió sangre, pero se le coaguló dentro formando un montón de grumos. Una de esas hemorragias internas en las que vomitas la sangre de una herida que no puedes ver".
"Ni que fuera necesario ser jóvenes y felices para vivir. Se vive y ya está".
"A lo mejor mi padre y abuelo se fueron juntos a París y vuelan sobre Notre Dame, el Sena y el Barrio Latino, y vaya donde vaya el trompetista de jazz, lo siguen desde lo alto".
"Ella se echó a llorar y nosotras también, y debo decir que desde el día del incendio, a Madame ya no la quería, porque abuelo se murió por salvarla. Pero ahora me doy cuenta de que no es verdad. Mi abuelo se habría lanzado a las llamas para salvar a quien fuera. Mi abuelo era así. Él era el único hombre posible del futuro".
"Y Dios hace los milagros a su manera, a lo mejor no los que esperábamos, así que hay que aceptarlos tal y como son".
"Es un misterio el motivo por el que alguien nos roba el corazón y por el que nos encariñamos con ese alguien y le tomamos apego".
"Quería explicarle que ahora soy rica otra vez, porque tengo todas estas tierras, pero después pensé que la mía es una riqueza rara, porque, dado que no vendemos, y encima tenemos que reconstruir el hotel, y para colmo la indemnización del seguro no es nada del otro mundo, tendremos que hacer muchos sacrificios y pareceremos unas muertas de hambre. Pero nosotras sabremos que somos ricas y nos conformaremos lo mismo".
"Si el mundo lo creó Él, que todo lo puede, ¿por qué tuvo que morir abuelo?".
"Al amor de Giovanni por Madame, abuelo sabría darle una explicación. Diría que también Giovanni es un posible hombre del futuro. Por su manía de llevarse a su casa ejemplares de especies en peligro de extinción".
"He pensado que me invento muchas películas sobre el amor, en cambio, el amor es algo que no tiene nada de peliculero. Seguramente, incluso la magia es mucho más simple de lo que creemos. Incluso Dios. Y tal vez este es realmente el mejor mundo posible".
"Madame, que ahora ya es Agnese, dice que la suya con Giovanni es una felicidad tan, pero tan grande que no la puede sostener, y que ser felices no es fácil como piensan los pobrecitos que luchan contra las dificultades. Como solía pensar ella. Dice que la única manera de que esta felicidad suya no termine es terminar antes que la felicidad. Morir para no morir".
"Algunas noches, antes de dormir, Madame le pregunta a Giovanni si es feliz. En los primeros tiempos, él contestaba enseguida que sí. Ahora contesta que está bien, muy bien. Y entonces Madame ya no pega ojo".
"Al menos no era responsable de la felicidad de nadie".
"Lo único que tiene Madame en la cabeza es terminar antes de la felicidad. Así, cuando vuelvan los tiempos difíciles, ella ya no estará".
"Sólo que ya no me quiere y prefiere irse sola a quitarse el nerviosismo. Yo me preocupo y el corazón empieza a latirme con fuerza, así que me pongo en camino, voy a casa de los vecinos para ver si está allí y la abuela dice que Madame es como aquel que nunca ha visto nada en su vida, y que también la felicidad debe tomarse en pequeñas dosis para poder digerirla, que siempre va bien un poco de movimiento después de haber comido, y mi tía también está de acuerdo, porque Madame es como esas personas de los campos de exterminio a las que encontraron con vida. En cuanto comían, se morían. Muchos parientes de sus amigos judíos acabaron así. La mamá de los vecinos suspira y dice que primero le pedimos milagros a Dios, y después, cuando ocurren, nos negamos a creer en ellos".
"Siempre está contento con todo, con la belleza de los lugares, con la comida, con las camisas que huelen a limpio, con los libros que por las noches lo esperan en la mesilla, con los partidos de fútbol sala".
"Abuelo dice, pero con alegría, como si hablara de cualquier otra cosa, que a él le gustan los cambios, que le gustaría morirse porque seguir viviendo sería acumular repeticiones. Una pesadez".
"Abuelo dice que madame es ^el hombre nuevo^, el único ser humano que podrá sobrevivir a la catástrofe en curso, porque sabe distinguir lo insignificante de lo que es verdaderamente importante en la vida".
"¿Quién nos dió pues la vuelta, de tal modo
que, hagamos lo que hagamos, estamos en la actitud
del que se marcha? Como aquel que,
en la última colina que le muestra una vez más
todo su valle, se da la vuelta, se detiene, permanece así un rato,
así vivimos siempre, despidiéndonos".
"Yo también le rezo a menudo a mi padre para que me venga a buscar y me lleve allá arriba donde él está. A veces estoy tan cansada de mis preocupaciones, del miedo a todas las cosas feas que todavía pueden ocurrir, que pienso en las palabras de la mamá de los vecinos, y sobre todo, en las de San Pablo, entonces me arrepiento enseguida y me convenzo de que si mi padre no viene a buscarme es porque aquí soy útil.
En cambio, abuelo a los vecinos no los puede ni ver. Por tener tantos hijos y ocuparse de ellos en general y no en particular. Por pasarse todo el santo día diciendo ^¡reza una oración!^. Por la forma en que los padres se toman de la mano delante de la gente. Si tanto se quieren, ¿por qué no se lo guardan para ellos? Por la misa de los domingos, a la que no se falta nunca aunque en casa haya alguien con cuarenta de fiebre, de lo contrario, te vas al infierno, la mitad de la familia va en el coche de mamaíta y la otra mitad, en el de papaíto".
"Ya no se puede aguantar a toda esa gente que compra, compra y compra porque en la vida no tiene otros placeres; la mejor revolución sería dejar de comprar y hacernos toda la ropa con sábanas y manteles viejos".
"Justamente lo que parece más simple, en realidad es dificilísimo de entender de veras".
"Ojalá mi padre me dijera qué está bien y qué está mal, aunque para mí que no lo sabe, ni siquiera ahora que está allá arriba".
"El mundo no se había venido abajo y se disfrutaba del placer de vivir. Mientras estuviéramos todos no se vendría abajo. Porque no soportaba nada las separaciones".
"Un filósofo dijo que las aventuras más grandes le ocurren al primero que las sabe contar".
"Mi tía dice que según el gran ensayista y crítico Walter Benjamin, cuando escribo, hago algo importantísimo. En el sentido siguiente. Hace mucho, cuando sólo existía la naturaleza sin el hombre, el mundo estaba en perfecta armonía con Dios, todas las criaturas sabían de forma natural cuál era su propio sentido y hacían lo que debían hacer, por ejemplo, los árboles daban frutos y cosas por el estilo. Entonces apareció el hombre y empezó a poner nombre a las cosas privándolas de ese sentido. Si nosotros llamamos árbol a un árbol, enseguida pensamos únicamente en los frutos, y esto es limitativo. Según mi tía, los escritores como yo salvan a las criaturas de esos límites. El poeta busca las palabras para devolverle al árbol ese sentido perdido".
"Pero que sólo una magia, la Suerte, el Dios de los vecinos o las alas de mi padre podían hacer que nos encontráramos".
"Madame no se guarda nada, ni siquiera el tiempo. Siempre está disponible. No la entiendo. Si los demás me quitaran todo mi tiempo, los odiaría o me volvería loca. Cuando estoy pensando en mis cosas y oigo que me llaman, sencillamente no contesto.
A veces Madame, por la falta de amor, se despierta en plena noche, entonces se acuerda de que está sola y le parece que se ahoga, se levanta y se toma un vaso de agua, pero el amor que no tiene le quita el aliento.
Le da miedo lo que pueda ocurrirle cuando sea vieja, a pesar de eso, tiene que existir alguna manera de encontrar el amor incluso de vieja. Alguna magia".
"Sin embargo, la abuela de los vecinos es un ser humano importante, porque tiene el cerebro tan vacío, tan vacío, que constituye la prueba ontológica de la existencia de Dios. Y es verdad, porque ¿cómo se las arreglaría, así completamente sin cerebro, para caminar, hablar, manifestar sus ideas, tener sentimientos, si no tuviera alma? Por tanto, el alma existe".
"A abuelo también le da pena, dice que las empresas farmacéuticas se aprovechan de los pobrecitos como La Alegría y los hacen funcionar a fuerza de Prozac, porque si se deprimen, se quedan en cama, no compran nada más y la economía mundial se hunde".
"Antes de irse, el herido se despidió de Madame con un discurso. Entendió por qué los hombres no se enamoran de Madame, a pesar de su belleza y su carga sexual. Es demasiado buena y dócil, pero de una bondad tan fuera del tiempo, que resulta fastidiosa, y el herido no piensa, como hace abuelo, que esa bondad y esa docilidad son condiciones necesarias para que en el futuro siga existiendo el hombre".
"Es terrible que nunca te toque nadie".
"Un día, Madame se armó de valor y le preguntó a su amante si la quiere un poquito. Él sonrió y dijo que no se quiere un poquito. O se quiere o no se quiere".
"La vida sin magia no es más que un espanto".
"Esa noche volvió mi padre. Pensé que venía a buscarme, y en el fondo estaba contenta, porque a veces me parece que el futuro no me traerá nada bueno, así que más vale irse enseguida".
"Un árbol no es nunca sólo un árbol".
"En el fondo, la vida es hermosa".
"Madame sintió un disparo a bocajarro, ¡buum! No le salió sangre, pero se le coaguló dentro formando un montón de grumos. Una de esas hemorragias internas en las que vomitas la sangre de una herida que no puedes ver".
"Ni que fuera necesario ser jóvenes y felices para vivir. Se vive y ya está".
"A lo mejor mi padre y abuelo se fueron juntos a París y vuelan sobre Notre Dame, el Sena y el Barrio Latino, y vaya donde vaya el trompetista de jazz, lo siguen desde lo alto".
"Ella se echó a llorar y nosotras también, y debo decir que desde el día del incendio, a Madame ya no la quería, porque abuelo se murió por salvarla. Pero ahora me doy cuenta de que no es verdad. Mi abuelo se habría lanzado a las llamas para salvar a quien fuera. Mi abuelo era así. Él era el único hombre posible del futuro".
"Y Dios hace los milagros a su manera, a lo mejor no los que esperábamos, así que hay que aceptarlos tal y como son".
"Es un misterio el motivo por el que alguien nos roba el corazón y por el que nos encariñamos con ese alguien y le tomamos apego".
"Quería explicarle que ahora soy rica otra vez, porque tengo todas estas tierras, pero después pensé que la mía es una riqueza rara, porque, dado que no vendemos, y encima tenemos que reconstruir el hotel, y para colmo la indemnización del seguro no es nada del otro mundo, tendremos que hacer muchos sacrificios y pareceremos unas muertas de hambre. Pero nosotras sabremos que somos ricas y nos conformaremos lo mismo".
"Si el mundo lo creó Él, que todo lo puede, ¿por qué tuvo que morir abuelo?".
"Al amor de Giovanni por Madame, abuelo sabría darle una explicación. Diría que también Giovanni es un posible hombre del futuro. Por su manía de llevarse a su casa ejemplares de especies en peligro de extinción".
"He pensado que me invento muchas películas sobre el amor, en cambio, el amor es algo que no tiene nada de peliculero. Seguramente, incluso la magia es mucho más simple de lo que creemos. Incluso Dios. Y tal vez este es realmente el mejor mundo posible".
"Madame, que ahora ya es Agnese, dice que la suya con Giovanni es una felicidad tan, pero tan grande que no la puede sostener, y que ser felices no es fácil como piensan los pobrecitos que luchan contra las dificultades. Como solía pensar ella. Dice que la única manera de que esta felicidad suya no termine es terminar antes que la felicidad. Morir para no morir".
"Algunas noches, antes de dormir, Madame le pregunta a Giovanni si es feliz. En los primeros tiempos, él contestaba enseguida que sí. Ahora contesta que está bien, muy bien. Y entonces Madame ya no pega ojo".
"Al menos no era responsable de la felicidad de nadie".
"Lo único que tiene Madame en la cabeza es terminar antes de la felicidad. Así, cuando vuelvan los tiempos difíciles, ella ya no estará".
"Sólo que ya no me quiere y prefiere irse sola a quitarse el nerviosismo. Yo me preocupo y el corazón empieza a latirme con fuerza, así que me pongo en camino, voy a casa de los vecinos para ver si está allí y la abuela dice que Madame es como aquel que nunca ha visto nada en su vida, y que también la felicidad debe tomarse en pequeñas dosis para poder digerirla, que siempre va bien un poco de movimiento después de haber comido, y mi tía también está de acuerdo, porque Madame es como esas personas de los campos de exterminio a las que encontraron con vida. En cuanto comían, se morían. Muchos parientes de sus amigos judíos acabaron así. La mamá de los vecinos suspira y dice que primero le pedimos milagros a Dios, y después, cuando ocurren, nos negamos a creer en ellos".
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