MILENA AGUS
Nació en Génova, Italia, en 1959. Vive y trabaja (profesora de italiano e historia en un instituto de Formación Profesional) en Cagliari. La tierra natal de su madre es Cerdeña y en sus obras siempre aparece como si fuera otro personaje más de las historias.
Es una mujer sencilla y eso se aprecia en cada novela. Tiene un estilo muy natural, fluido, sugestivo y muchas veces se nota un tono triste en sus palabras. Tiene gustos simples y vive en Cerdeña porque le apasiona el lugar, se siente feliz residiendo allí (es madre divorciada y su hijo es un pianista de jazz que vive en París). Sus padres eran emigrantes y viajaban por toda Italia pero siempre con la intención de volver a su tierra. Vivieron en muchas casas y cuando Milena cursaba quinto de Elemental se mudaron a Cagliari (por ese motivo, tantos traslados, ahora valora mucho la estabilidad de un hogar y sentir que tiene un lugar en el mundo).
A pesar dal gran éxito de sus libros sigue llevando la misma vida de antes. Aunque en el plano económico tuvo una mejoría le siguen gustando las mismas cosas y casi todo el dinero que ganó lo tuvo que emplear en cuidar a su madre enferma (en darle los mejores cuidados posibles).
De pequeña creía que era una persona "normal" pero la gente de su alrededor (según ella) empezó a hacerle notar su "locura" (esa maravillosa imaginación que posee) y para "sanarse" comenzó a escribir (con una acogida enorme, sobre todo, en Italia, Francia, Alemania y España).
Cree que al organizar su obra se va haciendo preguntas y que la misma le ayuda a encontrar respuesta a sus problemas, también que los libros no le ayudan a sentirse más querida pero sí a tener la sensación de hacer las cosas bien.
En una ocasión dijo que los escritores en el fondo eran unos pobres desgraciados. Lo que quería decir con ello es que siente que no viven en la realidad tal como es y por eso se refugian en el mundo de la fantasía. Muchas veces, cuando conoce a gente con un gran sufrimiento, piensa que así estaría ella si no escribiera (su arma de defensa contra ese mundo triste es la escritura).
Procura ver el mundo de un modo positivo aunque le resulta complicado, pero lo intenta y plasma en sus obras.
Escribe cuando está inspirada y si no puede hacerlo sufre mucho. Reconoce que tiene una vena dramática que es una característica del temperamento sardo y que la visibilidad que da el éxito no le altera.
Sus personajes son tiernos, ingenuos, sinceros, salvajes y muy entrañables. Todo da una sensación de paz, especialmente cuando habla de la isla. Te zambulles en ese universo onírico tan característico de ella y te dejas llevar por su dulzura, por su colorido, por sus sentimientos y sobre todo por ese toque de locura que te atrapa de principio a fin.
Algunas de sus obras: Mal de piedras, Las alas de mi padre, Mientras duerme el tiburón, La imperfección del amor, Alice.
MAL DE PIEDRAS
Una bella novela que trata de la vida de una abuela contada por su nieta cuando está a punto de casarse. Habla sobre todo del sufrimiento, con uno mismo y con los demás, del daño que nos causamos a nosotros mismos, de locura, depresión, amor incondicional, matrimonios tardíos, esperanzas...
A abuela todo le llega tarde o no le llega, excepto el dolor que siente por esos nudos que nunca logra desatar y ese "mal de piedras" que padece desde pequeña y que hará que su vida cobre un nuevo sentido cuando vaya a tratarse a un balneario y conozca a "Veterano".
Un libro breve, sensible y pasional. Vale la pena pararse unas horitas y disfrutar cada una de sus palabras.
Las frases que más me han gustado:
"Era todo tan infinito que no podías pararte a pensar en tu vida que era tan poquita cosa".
"En aquellos días era feliz aunque no conociera el amor, feliz por las cosas del mundo".
"Le gustaba el mar y la literatura, sobre todo la poesía, que lo había sostenido en los momentos más difíciles".
"¿Dejamos que nuestras sonrisas se besen?"
"Lo único alegre en su vida era la música".
"Abuela le decía que las cosas no podían ser normales, que por fuerza debían ser más de un modo que de otro, y se notaba que aquello la amargaba y que le entraban los celos".
"Tal vez yo la quise de la forma correcta. Con mis escenas trágicas, mis llantos, mis jaleos y mis ataques de felicidad".
"El Veterano dijo que, en su opinión, su marido era un hombre verdaderamente afortunado, y no un desgraciado, como decía ella, porque le había tocado en suerte una pobre loca, ella no estaba loca, sino que era una criatura creada en un momento en que a Dios sencillamente no le apetecían las habituales mujeres en serie, que le había dado la vena poética y la había creado a ella; y abuela reía a gusto y decía que él también estaba loco y que por eso no advertía la locura".
"El Veterano se echó a llorar con una vergüenza enorme porque de niño le habían enseñado que nunca debía mostrar su dolor. Y entonces abuela también se echó a llorar y dijo que a ella lo que le habían enseñado era a no mostrarse alegre".
"En el fondo, qué sabemos de veras incluso de las personas que tenemos más cerca".
"Los abuelos no sabían qué llevarles a los parientes ricos de Milán. En el fondo no necesitaban nada. Entonces, abuela propuso un paquete poético, el paquete de la nostalgia, porque es cierto que comían y se vestían bien, pero llevaría salchicha sarda, un buen queso de oveja, vino de Marmilla, una pierna de jamón, cardos en aceite y jerseys para los niños tejidos a mano por abuela, de ese modo recuperarían un poco los aromas de su tierra".
"Se quedó tan contento con la compra que todos los días quería que abuela se pusiera el vestido nuevo debajo del abrigo, y antes de salir, le hacía dar una vuelta en redondo y decía:^Precioso^, pero era como si quisiese decir:^Preciosa^.
Y eso es algo que abuela tampoco se perdonó en la vida. No haber sabido entender al vuelo aquellas palabras y ser feliz".
"Pero abuelo no quiso brindar por tiempos mejores, sino por aquel viaje, en el que habían estado todos juntos, habían comido bien y algunas veces se habían reido a carcajadas".
"Cuando llegaron a la estación central faltaba poco para que saliera el tren de Génova, donde tomaría el barco, y después otro tren, y entonces retomaría aquella vida en la que por la mañana riegas las macetas de la terraza, después preparas el desayuno, luego la comida y la cena, y si preguntas a tu marido y a tu hijo qué tal ha ido, te contestan: ^Normal. Todo normal. Quédate tranquila^. Y no hay manera de que te cuenten bien las cosas como hacía el Veterano ni de que tu marido te diga que eres la única para él, la que esperaba desde siempre".
"Le entró un asco infinito por Milán, que le pareció fea, como el mundo entero.
Subió la escalera mecánica que lleva a los trenes detrás de abuelo y papá, que conversaban animadamente, y pensó que si se daba media vuelta y se marchaba, ni siquiera se habrían dado cuenta".
"Cuando abuela se dió cuenta de que ya estaba vieja me decía que tenía miedo de morirse. No por la muerte en sí, que debía de ser como quedarse dormida o irse de viaje, sino porque sabía que Dios estaba ofendido con ella, porque en este mundo le había dado muchas cosas hermosas y ella no había conseguido ser feliz y eso era algo por lo que Dios no podía haberla perdonado. En el fondo esperaba estar realmente loca, porque si estaba cuerda, se iría derechita al Infierno. Ahora bien, antes de ir a parar al Infierno razonaría con Dios. Le iba a dejar claro que si Él creaba una persona de cierta manera, después no podía pretender que actuara como si no fuese ella misma. Había dedicado todas sus fuerzas a convencerse de que la mejor vida posible era la suya, y no esa otra por la que sentía una nostalgia y un deseo tan grandes que la dejaban sin aliento".
"Lamentaba muchísimo no amarlo. Lo lamentaba muchísimo y le daba pena y se preguntaba por qué Dios, en el amor, que es lo principal, organiza las cosas de forma tan absurda".
"Entonces abuela se armaba de valor, y hecha un ovillo se arrimaba a la curva de su cuerpo y ella sola se ponía el brazo del Veterano alrededor de los hombros y la mano sobre la cabeza, y la impresión que le causaba esta postura, nunca antes ensayada, era tan grande que no conseguía resignarse a esa cosa, según ella sin sentido, que es dormirse cuando se es feliz. Cabía preguntarse entonces si los enamorados vivían así. Y si era posible".
"Con él no se avergonzaba de nada, ni siquiera de hacer pis juntos para echar las piedras, y como durante toda su vida le habían dicho siempre que estaba en la luna, le pareció haber encontrado al fin a alguien que estaba en el mismo lugar que ella, y ésa era la cosa principal de la vida, la que le había faltado siempre".
"El cuadernito se lo regaló al Veterano, porque ya no iba a tener tiempo para escribir. Había que empezar a vivir. Porque el Veterano fue un instante, y la vida de abuela, muchas cosas más".
"Como para sentir nostalgia el resto de tu vida. Y la nostalgia es una cosa triste, aunque también un poco feliz".
"La vida es así, que está llena de cosas horribles, pero también hermosísimas".
"Según mamá, en las familias siempre hay alguien que carga con el desorden, porque la vida es así, un equilibrio entre esos dos opuestos, de lo contrario el mundo se agarrota y se detiene. Si por las noches dormimos sin pesadillas, si el matrimonio de papá y mamá ha estado siempre libre de choques, si me caso con mi primer novio, si no tenemos crisis de pánico ni intentamos suicidarnos, ni echarnos a los contenedores de basura, ni desfigurarnos, el mérito es de abuela, que pagó por todos. En cada familia siempre hay alguien que paga su tributo para que se mantenga el equilibrio entre el orden y el desorden y para que el mundo no se detenga.
Mi abuela materna, la señora Lia, por ejemplo, no era mala. Intentó por todos los medios poner orden en su vida, pero nunca lo consiguió y por eso causó daños peores".
"Terminó para siempre con el amor y los sueños. Y después de conseguir el diploma, como ya no tenía que estudiar más, terminó también con la literatura y con cualquier expresión artística".
"Mi espera despierta angustiada a los golpes azules de la primavera, después de permanecer, tímidamente, bajo la pálida luz del invierno. Mi espera no te entiende, no sabe hacerse entender, entre la dulzura amarilla e inquieta de las insolentes mimosas".
"Hace diez años que nuestra casa está vacía, no la hemos vendido ni alquilado, por amor, y porque a nosotros no nos importa nada todo lo demás. Aunque, la verdad sea dicha, nunca estuvo vacía del todo. Al contrario".
"Nos hicimos compañía, y a veces, hasta nos reímos a carcajadas, a pesar de lo tristes que estábamos allá en el Balneario,¿no es así? Usted, por esos niños que no querían nacer, yo, con mi guerra, mis muletas, mis sospechas. Llevábamos dentro demasiadas piedras".
"No deje de imaginar. No está usted loca. No crea nunca más a quienes le dicen algo tan injusto y perverso. Escriba".
No hay comentarios:
Publicar un comentario