jueves, 23 de junio de 2016

KATE BOLICK



                 

                         
                      
  

          Kate Bolick nació en Boston en 1972. Es una de las periodistas norteamericanas más influyentes en la actualidad. Trabaja como profesora de la New York University y colabora con sus publicaciones en The Atlantic Monthly, The New Yorker, Cosmopolitan, Elle, Vogue, The New York Times o The Wall Street Journal.



                              




        Bolick ha escrito un libro sobre su propia experiencia. Solterona (de la editorial Malpaso) nació en un principio como un encargo para la revista The Atlantic Monthly y además de ser autobiográfica, Kate se ha inspirado en mujeres que han ejercido una influencia muy importante en su vida, mujeres que la inspiraron y que le ayudaron a apasionarse por su vida y por su trabajo.
        Estas cinco "despertadoras" son: Edna St. Vincent Millay, Maeve Brennan, Edith Wharton, Neith Boyce y Charlotte Perkins Gillman ("eran mujeres con un discurso alucinante y me encontré a mí misma hablando con estas mujeres que llevan mucho tiempo muertas y aprendiendo de ellas").
        La intención del libro no es representar a todas las mujeres solteras, sino que explora su propia relación con la idea de estar sola, analiza datos, estadísticas, discursos, ensayos...y propone alternativas para invitar a las lectoras y lectores a hacerse preguntas (¿por qué una chica se construye, desde la infancia, como un ser que tiene que ser deseado por encima de todo? ¿Qué sucede cuando las relaciones no funcionan y por toda respuesta se obtiene un "no te preocupes, todavía te quedan seis años"? La vida se argumenta como una cuenta atrás, independientemente de tus logros profesionales y personales").
        Hace cinco años Bolick escribió un artículo (All the Single Ladies) que dió mucho que hablar y removió conciencias. Hablaba  de "spinters" (solteronas); mujeres que están convencidas de ser solteras, que quieren disfrutar su independencia y no tienen intención de casarse. Esta idea desarrollada será en lo que se convirtió su libro (ella misma tenía planeado casarse antes de los treinta, pero cuando llegó el momento, se dió cuenta de que todavía tenía muchas cosas que disfrutar, muchos planes que cumplir y mejores cosas que hacer. Sin  embargo, insiste en que no quiere emprender una lucha contra el matrimonio sino que "solterona" debe ser un estado mental ("la independencia sienta bien. Te vuelve una persona más fuerte y, si quieres, te convierte en una pareja también más fuerte. Tras diez años viviendo sola he vuelto a tener una relación estable, y estoy muy feliz, y esto es así porque he aprendido a cuidar de mí misma, emocional y financieramente y, con el paso de los años, he construido una profunda y sólida red de amistades y he consolidado mi carrera").
        Cree que la gente ve a los hombres solteros como tipos sexys, al estilo James Bond, solitarios por elección y sin embargo, las mujeres solteras son vistas como unas Bridget Jones: patéticas y desesperadas;o, en el mejor de los casos, como Carrie Bradshaw, un modelo irreal. Como a la mujer, desde niña, se la enseña a concebirse como un ser que tiene que ser deseado, es inevitable que en el futuro estas mujeres crean que su dignidad sólo se alcanza al lado de un hombre. Ella misma reconoce que "me parece una desgracia que tu autoestima dependa de eso. El matrimonio no es un logro o un premio. Puede ser maravilloso, pero otros son errores lamentables. No hay ninguna razón para casarse porque sí; vivir sola en este mundo moderno nuestro puede ser una experiencia increíble".
        Cuando le preguntaron por el mensaje final de su libro (y después de afirmar que las solteras serán como los solteros cuando ganen lo mismo) dijo que el verdadero mensaje es que "hay que conocerse y estar segura de que lo que estás haciendo en la vida es lo que quieres".
        No se ve como una nueva feminista, pero cree que el rol de género acabará cuando las personas sean capaces de mezclar la parte femenina y la masculina, de vivir con ambas.

        Un libro muy entretenido, con muchos datos interesantes. Fascinante toda la historia de las mujeres en general y de las que la inspiraron en particular.
        Lo recomiedo tanto para "solteronas" como para las que no lo son. Para todo el mundo que quiera disfrutar y pasar un buen rato. Para todas aquellas y aquellos que quieran saber un poco más sobre historia de una manera muy amena.


        Lo que más me gustó del libro:

        "Ustedes han adquirido habitaciones de su propiedad en la casa de la que hasta la fecha sólo eran dueños los hombres. Ustedes pueden, aunque no sin mucho trabajo y esfuerzo, pagar el alquiler. Ganan sus quinientas libras al año. Pero esta libertad es sólo el principio; la habitación es suya, pero todavía está vacía. Debe ser amueblada; debe ser decorada; debe ser compartida. ¿Cómo la piensan amueblar, cómo la piensan decorar? ¿Con quién la piensan compartir y cuáles serán las condiciones? Creo que éstas son preguntas de la mayor importancia e interés. Por primera vez en la historia, ustedes pueden formularlas; por primera vez pueden decidir por ustedes mismas cuáles deberían ser las respuestas.   (Virginia Woolf, <Profesiones para mujeres> 1931".

        "Después, se da cuenta de que un vestido de poliéster inflamable con enaguas de tul no la convierte a una en princesa de verdad y de que la belleza reside en el ojo de quien la mira; es decir, descubre su valor de mercado. En mi caso, eso sucedió una mañana de segundo curso; entonces entendí con una punzada fría y aguda por qué, a pesar de ser quien más corría y quien hacía más flexiones, no me gustaba la clase de gimnasia. Aquel día advertí que, cuando nos llevaba al patio, el profesor de gimnasia no me gastaba bromitas, como sí hacía con mis amigas (las guapas). Y así fue como lo supe: no soy guapa".

        "He llegado a pensar que, al igual que el abandono en la infancia marca el futuro adulto, nuestras primeras experiencias de soledad placentera nos enseñan a estar cómodos con nosotros mismos".

        "Ahora sé que una casa es un libro, sólo que no de los que estamos acostumbrados a leer".

        "Nunca deja de sorprenderme la facilidad con que creemos conocernos cuando, en realidad, nos conocemos tan poco".

        "En realidad, muy pocas personas son felices solas y éstas suelen ser consideradas excéntricas o egoístas o algo peor por sus vecinos. La mayoría no puede soportar la soledad durante mucho tiempo. Siempre se están buscando grupos a los cuales pertenecer y, si un grupo se disuelve, se busca otro. Aún somos animales de grupo y esto no tiene nada de malo, pero(...) lo peligroso no es pertenecer a un grupo o unos grupos, sino no comprender las leyes sociales que gobiernan los grupos y nos gobiernan a nosotros. (Doris Lessing)".

        "A la mujer soltera siempre se la ha estigmatizado como una solterona vieja y solitaria con demasiados gatos, por ejemplo. En los años cincuenta sí fue denigrada, sin duda alguna, del modo en que se estigmatiza a todas las minorías, para ratificar las opciones de la mayoría, pero ésa fue sólo una de las versiones de la solterona en su siempre cambiante reputación. Las percepciones que de ella se tienen han fluctuado de forma tan salvaje a lo largo de las décadas que nunca ha sido sólo un ser vivo, sino, además, un imán para las actitudes que se han mantenido hacia la mujer en general".

        "Esto también significa que, a pesar de no ser pocas, las solteras se consideran siempre una anomalía, una aberración con respecto al orden social".

        "En 2006, la doctora en psicología social Bella DePaulo acuñó el término singlism [solterismo] para referirse a la <estereotipación, estigmatización y discriminación de las personas que están solteras>".

        "La voz spinster [solterona] sigue una trayectoria inversa. Surgió en la Europa del siglo XV como forma honorable de describir a las chicas, en su mayoría sin casar, que se dedicaban a hilar como medio de vida (una de las profesiones más respetables a las que podía aspirar una mujer). En el siglo XVI, el término se había extendido ya para incluir a cualquier mujer sin casar, fuera hilandera o no.
        No fue hasta la época de las colonias americanas cuando spinster pasó a ser sinónimo del término en inglés británico old maid [moza vieja] en un acto de menosprecio que invoca cruelmente a maiden [doncella] para indicar que este versión madura no ha superado nunca su estado virginal y está ya tan lejos de la plenitud de la vida que jamás lo hará. En un momento en el que la procreación era necesaria para contar con población suficiente, el imperativo bíblico de <creced y multiplicaos> se vivía con una especial urgencia y como, por supuesto, sólo las esposas tenían permitido practicar sexo, los colonos consideraban a las mujeres solitarias algo pecaminoso, una amenaza para la sociedad. Si una mujer seguía sin casar a los veintitrés años, se convertía en una spinster, una solterona. Si a los veintiséis aún no se había casado, se la tachaba de thornback [mantarraya], una especie de pez plano y espinoso; un comienzo desalentador para el largo proceso americano de sentirse cómodo con la idea de la existencia de mujeres autónomas. Durante los juicios de Salem, en 1692, de las casi doscientas personas acusadas de brujería (todas ellas procedentes de los pueblos agrícolas y las poblaciones costeras entre las que crecí), la mayoría eran mujeres adultas que vivían en los márgenes de la sociedad, ya fueran madres solteras pobres o viudas cuya riqueza despertaba envidias (de las decenas de miles de ejecutadas por brujería en Centroeuropa desde 1450 hasta 1750, tres cuartas partes eran viudas de más de cincuenta años que vivían solas, lo que equivale a decir que su delito era la audacia de existir sin un marido)".

        "Muy poca gente, si la hay, utiliza en serio hoy en día el término inglés spinster, pero todos sabemos lo que significa. Oxford English Dictionary: <mujer sin casar, sobre todo una mujer de edad avanzada de quien se considera que es imposible que se case>. American Heritage Dictionary: <Generalmente ofensivo. Mujer, sobre todo de edad avanzada, que no se ha casado>. El diccionario de mi MacBook Air: <Mujer sin casar, por lo general de edad superior a la habitual para el matrimonio. Nota sobre el uso: en el inglés cotidiano moderno, no es posible emplear el término para  designar simplemente a una mujer sin casar; en la actualidad, siempre es un término despectivo, que hace referencia o alude al estereotipo de una mujer mayor sin casar, sin hijos, remilgada y reprimida>. Sólo el Black´s Law Dictionary ofrece una definición neutra:<Añadido que se hace en procesos judiciales y en transmisiones de la propiedad a una mujer que nunca se ha casado>".

        "Terminar los estudios, salir de casa, empezar a trabajar, casarse, tener hijos: hasta hace muy poco, esta progresión tan bien definida se daba por sentada como vía rápida hacia el sueño americano, pero, de acuerdo con la conocida reflexión que hacía Betty Friedan en 1963 con la mística de la feminidad, incluso entonces había grietas en el pavimento. En un sondeo de 1962 especialmente revelador, la mayoría de las esposas afirmaban ser felices, pero sólo el 10 por ciento quería que sus hijas las imitaran: <Espera un poco más antes de casarte- decían entre susurros-. vive un poco, ve a la universidad>".

        "Una vez me sorprendió con la confidencia de que uno de los momentos más dichosos de su vida fue cuando tenía veintiún años, poco antes de conocer a mi padre, e iba conduciendo por la autovía con su Volkswagen escarabajo sin más destino que el que le apeteciera tener. <Tenía mi coche, mi trabajo, toda la ropa que se me antojara>, recordaba con melancolía. De haber nacido sólo un poco más tarde, podría haber disfrutado una década entera de aquella vida sin trabas.
        En lugar de ello, dejó a un lado sus propias ambiciones, crió a dos hijos y, ya a mitad de la treintena, empezó a abrirse camino hacia el trabajo que le gustaba, sólo para descubrir que tenía un montón de cosas con las que ponerse al día. Su familia la hacía muy feliz, pero también se sentía frustrada".

        "La cicatriz le recordaba diariamente que debía vivir de forma más plena y valiente que antes".

        "Ya contaba yo con que las vidas de los poetas fueran más complejas que las de los presidentes".

        "Aquello no significaba que, llegado el caso, no me habría enamorado perdidamente de un <cantante, un cuentista, un león y un trotamundos> que sonaba <como el estruendo de la voz de Dios>, como Plath describió en una ocasión a Ted Hughes. Seguro que yo habría estado lo bastante loca como para casarme con él. Pero, sin lugar a dudas, tener dos hijos antes de los treinta (Sexton tuvo los suyos antes de los veintisiete)y, al mismo tiempo, tratar de ser una poeta seria y una esposa devota era una catástrofe que habría tenido la sensatez de evitar, o eso me decía con no poca suficiencia, sin ser del todo consciente de que tenía que agradecer aquella sagacidad a la segunda oleada del movimiento feminista".

        "12 de noviembre de 1995: Un domingo perfecto para mis deseos de solterona: he leído todo el día y me he echado dos siestas".

        "Nuestra sociedad nos dice que una solterona es alguien sin futuro- sin herederos que traer al mundo, sin nadie que la recuerde cuando se haya ido".

        "Estaba atravesando la fase Milan Kundera, así que había fragmentos de su obra salpìcados entre mis páginas. <De la inmortalidad>: Pero todo eso no eran más que sueños. ¿Cómo podría una mujer sensata abandonar un matrimonio feliz? Sin embargo, en su paz matrimonial se oía a lo lejos una voz seductora: la voz de la soledad".

        "Nada de esto deberá estar pasando, así que no está pasando".

        "El jueves por la noche los médicos nos dijeron <mañana>.
        ¿Pasamos todos la noche en el hospital? Lo único que sé es que a las siete de la mañana siguiente estábamos los tres tumbados en su cama, cogiéndole las manos. Más que respirar, emitía un borboteo, como si se estuviera ahogando. Y si, se estaba ahogando.
        El sonido era insoportable.
        Le acariciamos los brazos y le dijimos una y otra vez cuánto la queríamos, como si nuestras palabras pudieran atravesar su estado de inconsciencia.
        Su respiración se agitaba y ralentizaba hasta que cada pausa parecía la última. Al final mi padre susurro: <está bien, Nancy. Ya puedes irte>.
        Murió casi de inmediato. Lo había oído. Nos había oído".

        "Los días se desintegran en un sopor pegajoso".

        "<La infancia es el reino donde nadie muere>, escribió Edna Millay. Si tienes suerte, tu hogar no es sólo el lugar del que te vas, sino también n lugar al que un día llegas". 

        "Pero siempre que se me ocurría una imagen prometedora, cogía el cuaderno, la anotaba y, después, asqueada, me revolvía. Nada lograba trasladar ni de lejos lo que sentía en realidad".

        "Decidí que mi problema era que no sabía dónde me veía en el futuro".

        "¿Cómo embarcarte en la edad adulta cuando no sabes hacia dónde te diriges?".

        "Todas esas mujeres habían sido jóvenes como yo, con una fantasía sobre por dónde iría su futuro. Algo fallaba".

        "Y como éramos felices, ninguno de los dos se dio cuenta de que yo empezaba a alejarme muy lentamente: bajaba los dos tramos de escalera y cruzaba la extensión de césped mullido y bien segado de delante de la casa hasta la calle, que recorría hasta llegar a otra y luego a otra sin preguntarme adónde iba, hasta que un día me di cuenta de que estaba muy lejos de donde transcurría nuestra vida, al borde de una inmensa extensión desconocida, y, cuando miré atrás, vi que no tenía ni idea de cómo había llegado hasta allí, que el sendero de vuelta había desaparecido y así, como una niña traviesa que no sabe lo que es bueno para ella, me quedé mirando embobada aquel extraño espacio abierto, preguntándome qué albergaba todo aquello en lugar de volver y buscar el camino de regreso".

        "Escribir una frase, luego un párrafo, luego otro y conseguir que alguien leyera esas líneas y entendiera de inmediato lo que pretendía expresar: eso era lo que yo quería intentar".

        "En otras palabras, miramos al pasado para describir quiénes somos en el presente.
        Markus y Nurius pensaban que había una tercera esfera que no se había estudiado: el futuro imaginado. Planteaban que, junto a nuestro <yo pasado> y nuestro <yo actual>, todos contenemos un < yo posible>: nuestras ideas de quién queremos ser algún día y en quiénes tenemos miedo de convertirnos(...) Estos yo posibles son cruciales, teorizan las investigadoras, porque, junto a los patrones personales, es a lo que se recurre para dar forma a la percepción de uno mismo en la actualidad(...) Lo que Markus y Nurius querían saber es si estos yos posibles afectan no sólo a cómo se siente uno con respecto a su <yo posible> sino si también actúan como incentivos que motivan activamente a una persona para lograr sus objetivos".

        "Como dijo la gran Margaret Fuller en 1845, en su obra La mujer en el siglo XIX, el primer libro feminista importante de Estados Unidos:
        Las plantas fuertes luchan siempre hasta florecer, a pesar de los impedimentos. Pero debe haber un estímulo y un ambiente propicio para las especies más tímidas.[...] Algunas son como las florecillas delicadas a las que les encanta ocultarse entre los musgos húmedos[...] pero otras necesitan espacios abiertos, un suelo rico y bien aireado, o jamás mostrarán sus verdaderos matices".

        "Nuestro énfasis occidental en el individuo nos lleva a creer que somos excepcionalmente responsables de nuestras vidas y que controlamos la forma que éstas adoptan, explicó, mientras que en Oriente existe una mayor consciencia de que muchos factores- normas, obligaciones, expectativas, otras perosnas, la situación, la suerte, las circunstancias- determinan el resultado de nuestras vidas y si resultan o no ser como pretendíamos".

        "Siempre he sabido que un libro te encontrará cuando debas ser encontrada".

        "Me sentía más viva cuando estaba sola".

        "Una tarde, mientras curioseaba en una librería de segunda mano, cogí un libro de Vivian Gornick y me encontré leyendo sobre su decisión, tomada a principios de los setenta, de abandonar a su marido e irse a vivir sola. Tenía la misma edad que yo. La primera mañana como separada se despertó obsesionada con la soledad. <La mera idea del amor parecía una invasión- escribió-. Tenía pensamientos sobre los que reflexionar, un oficio que aprender, un yo que descubrir. La soledad era un regalo. Había un mundo esperando para darme la bienvenida si estaba dispuesta a adentrarme sola en él>.
        El libro vibró en mi mano, un corazón delator.
        Nunca en mi vida había estado sola. Quiero decir, verdaderamente sola, dependiendo sola de mí misma durante un periodo de tiempo considerable. Por supuesto que era independiente: la independencia era el derecho por nacimiento de mi generación. Pero en todas mis idas y venidas me habían cuidado, escuchado, acompañado, mimado, fueran padres o novios: en esencia, había vivido la vida de una niña.
        No era sólo que mi identidad se hubiera construido por entero a partir de mis relaciones con otras personas, sino que mis relaciones eran mi identidad. Mis relaciones ocupaban el espacio que debería ser mío.
        Mientras pagaba el libro y salía de la tienda, me preguntaba quién era yo...sola.
        ¿Cómo iba a convertirme en adulta si no sabía responder a esa pregunta?.
        Y, más importante, ¿cómo iba a convertirme en adulta si no sabía cuidar de mí misma?.
        Era una pregunta totalmente razonable, pertinente para casi cualquiera. No tenía que ver con el sexo. Y, sin embargo, tenía que ver todo con el sexo. Porque la pregunta ocultaba una verdad incómoda: al ser mujer, no se me exigía que cuidara de mí misma, nunca. Ahora, en el año 2000, en el mismísimo futuro, aún se espera que los hombres se ganen el pan y traigan el sustento a casa. Da igual lo ardientes que sean mis ambiciones: muy en el fondo siempre supe que, si no conseguía salir adelante como escritora, si fracasaba en abrirme camino en el mundo laboral, podía lograr sentido personal y reconocimiento social casándome y teniendo hijos. Yo tenía una vía de escape, los hombres no.
        Hasta entonces, no había sido capaz de ver las implicaciones de este doble rasero. Para ser genuinamente independiente, tenía que ser autosuficiente en lo emocional y en lo económico, de verdad, y estar preparada no sólo para limitarme a pagar a medias las facturas con un novio, sino para capear yo sola cualquier posible desastre futuro".

        "Siempre me han gustado las novelas en las que la casa es un personaje por derecho propio".

        "<Albergaba fuertes ambiciones literarias y estaba decidida a labrarse una carrera que le haría desaparecer como por arte de magia del destino del matrimonio y la maternidad>.
        Sonaba a alguien a quien me podría gustar conocer".

        "En 1898, las mujeres seguían embutiéndose en corsés tan apretados que se creía que respiraban de forma distinta que los hombres (desde la parte superior del pecho en lugar de hacerlo desde el diafragma). Para ir a nadar vestían unos <trajes de baño> complicados e incomodísimos consistentes en un vestido de franela hasta las rodillas adornado con encajes o bordados que se llevaba con pololos, medias negras, zapatillas altas con cordones y gorrito; es decir, un burka lleno de lazos, pero con otro nombre".

        "El término bachelor girl (chica soltera) se acuñó en 1895 para describir a un tipo concreto de mujer de clase media que decidía estar abierta a las nuevas oportunidades educativas y profesionales que se extendían a su alrededor, que le permitía  vivir y mantenerse sola (tan distinta de su hermana solterona, que estaba intrínsecamente vinculada al hogar, y de las mujeres de la clase obrera para quienes trabajar era una necesidad económica). Desde más o menos la década de 1870 hasta la de 1910, el índice de matrimonios entre las mujeres con estudios descendió hasta el 60 por ciento, un 30 por ciento menos que la media nacional: la soltería era una opción elegida por más de unas pocas mujeres".

        "Durante siglos, la mayoría de las mujeres tuvieron prohibido ganar dinero y, en consecuencia, dejando aparte a las prostitutas, mendigas y vagabundas que vivían en la marginalidad, no podían permitirse vivir sin dificultades por su cuenta. A menos que una mujer naciera con posibles, el matrimonio era una necesidad monetaria y social, la única oportunidad de salir del nido familiar y (con suerte) garantizarse la posición económica propia y de sus futuros hijos. Como observó la historiadora Gerda Lerner, incluso la opción de quedarse soltera era una cuestión de elegir una forma de dependencia frente a otra: las monjas dependían de sus superiores masculinos; las hijas sin casar, de sus familiares masculinos; las prostitutas, de la "protección" de los proxenetas. Las viudas adineradas podían llevar una vida relativamente independiente, pero incluso esa buena fortuna tan lúgubre exigía un casamiento previo. El trabajo bien pagado, por tanto, y la posibilidad de mantenerse a sí misma dieron a la mujer la opción de postergar el matrimonio hasta una edad más tardía o de evitarlo por completo"

        "Resulta que fue un hombre de negocios oriundo de Newburyport llamado Francis Cabot Lowell quien (sin querer) provocó la primera oleada importante de mujeres solteras del país.
        A principios del siglo XIX, cuando la maquinaria hidráulica empezó a superar a la de vapor tradicional, Lowell pensó en aprovechar la rapidez que alcanzaba el río Merrinack corriente abajo, unos cincuenta y cinco kilómetros al sudeste de Newburypot. En 1813, fundó el Boston Manufacturing Company, que, en 1826, se instaló con varias otras empresas manufactureras en la primera ciudad industrial planificada de Estados Unidos, bautizada con su nombre en su honor y hoy conocida como la cuna de la Revolución Industrial.
        Las primeras fábricas de Lowell, en Massachusetts, tenían como trabajadoras a mujeres jóvenes de entre quince y treinta años que acudían a millares desde las granjas de Nueva Inglaterra para trabajar en los inmensos telares que transformaban el algodón en crudo en tela (podríamos llamarlas las neospinters(las neosolteronas-hilanderas).
        Vivían en casas de huéspedes abarrotadas, cobraban sólo la mitad que los hombres y sus condiciones de traajo- la jornada empezaba a las cinco de la mañana y duraba catorce horas, con una media de sesenta y tres horas a la semana- eran deplorables. En una nota autobiográfica publicada en 1893, una mujer que empezó a trabajar en la fábrica con diez años escribió que "muchísimas de las mejores hilanderas" estaban allí con objeto de "garantizar los medios necesarios para la educación de algún miembro varón de la familia, para hacer de un hermano o hijo un caballero", pero, en el caso de otras, la oportunidad de alcanzar la independencia económica, por no hablar de poder vivir lejos de sus familias, constituía una tentación tremenda.
        En 1840 ya había ocho mil, el 80 por ciento de toda la mano de obra de la hilandería.
        Vivir y trabajar juntas creaba un fuerte sentimiento de comunidad. Se llamaban, orgullosas, las "chicas de la fábrica" y publicaron la primera revista de Estados Unidos dirigida y redactada sólo por mujeres, The Lowell Offering. En su libro de viajes American Notes [Apuntes sobre Estados Unidos], sobre su famosa visita al país en 1842, Charles Dickens alabó la revista con entusiasmo y la describió como "cuatrocientas páginas, buenas y bien hechas, que he leído de principio a fin". (De hecho, un par de investigadores de Boston sostienen que se inspiró en algunas historias de la revista, de publicación anónima, para escribir su Cuento de Navidad, que salió al año siguiente: otro ejemplo de las aportaciones invisibles de las solteras).
        Además, las "chicas de la hilandería", como también se las conocía, estaban politizadas. En 1834, ochocientas se pusieron en huelga para protestar por los recortes salariales; en 1845, más de mil quinientas se unieron para protestar por las deterioradas condiciones laborales en la fábrica y formaron la Asociación Femenina por la Reforma del Trabajo de Lowell, el primer gran sindicato de trabajadoras de Estados Unidos".

        "En 1893, un tal M. L. Rane publicó una utilísma guía llamada What a Woman Can Do [Lo que puede hacer una mujer], un estudio de todas las posibles opciones de trabajo para las mujeres. Según Rayne, en la década de 1840, sólo había siete sectores abiertos a las mujeres en Massachusetts (entre ellos, la enseñanza, la limpieza de casa de huéspedes y la hilandería); en 1893 sólo en ese estado había más o menos trescientas mil mujeres que se ganaban la vida en casi trescientos trabajos distintos: desde el periodismo, las leyes y la medicina hasta el grabado, la elaboración de cigarros, la apicultura y el retoque de fotografías.
        La máquina de escribir fue clave para el ascenso de la mujer. Inventada en 1867 en Milwaukee, Wisconsin, el modelo original estaba adornado con dibujos de flores e iba montado sobre una mesa con pedal, como una máquina de coser; sus promotores proclamaban que era perfecta para los <ágiles dedos> de la mujer. En 1870, sólo el 4 por ciento de los estenógrafos y mecanógrafos eran mujeres; al cabo de una década, la cifra se había duplicado y, a principios del siglo XX, eran ya casi el 80 por ciento.
        Lo fundamental es que, al igual que en Lowell, las mujeres eran mano de obra barata. Debido al sexismo institucionalizado, al hecho incontestable de que esa primera generación de trabajadoras tenía poca o ninguna experiencia previa y a la <periodicidad funcional>- la creencia, muy extendida, de que la menstruación debilitaba tanto a las mujeres que les impedía trabajar a tiempo completo, por lo que no merecían un sueldo completo-, a los empleadores les resultó muy fácil justificar que a las mujeres se les pagara menos que a los hombres".

        "¿Acaso aprender a afrontar la soledad no formaba parte de aprender a cuidar de mí misma y convertirme en adulta?".

        "El privilegio impagable de hacer el trabajo que le gustaba, de tener un sitio propio".

        "Si una mujer deseaba vivir en paz y tranquila y tener su casa limpia, sin nadie que la llenara de barro, quería hacer conservas y mezclas aromáticas de pétalos secos de rosa y sentarse junto a la ventana para coser una labor delicada, ¿por qué no iba a hacerlo? Siempre había suficientes mujeres deseosas de casarse y perpetuar la especie[...] si a una mujer le gustaba jugar con las palabras y formar con ellas patrones y dibujos, se mantenía a sí misma, no molestaba a nadie y disfrutaba de la vida sin un montón de niños berreando a su alrededor, ¿por qué no iba a hacerlo?".

        "La ciencia nos dice que, al igual que ocurre con la felicidad, nuestra predisposición a la soledad viene codificada en nuestros genes. Otros nacen en circunstancias de aislamiento que les graban, una propensión a un aislamiento aún mayor. Y hay estudios que han demostrado que los periodos prolongados de soledad extrema y constante modifican la configuración molecular de una persona y debilitan su sistema inmunitario. 
        Pero en todas las vidas siempre hay al menos un poco de soledad. La mayoría de la gente la sufre como un mero dolor reiterado que puede aquietarse meses o años cada vez y que de pronto estalla cuando se dan las condiciones adecuadas: mudarse a una ciudad en la que no se conoce a nadie, permanecer en un mal matrimonio, perder a alguien que se quiere, incluso hacer un recado, cuando sin más se da uno cuenta, en lo más profundo, de los solos que estamos todos en el mundo y tiene que sacar fuerzas de flaqueza para no dejar la cesta de la compra en el suelo y salir corriendo del supermercado.
        Enterarme de que Neith había imaginado un funeral en su propia boda me hizo preguntarme si un trauma emocinal también puede golpear como un rayo y cambiar todas las células del cuerpo, transformando así a una persona en un antes y en un después, donde el antes era una soledad de lo más común y el después es una dolencia crónica que se puede superar con muchísimo esfuerzo pero que deja alterado para siempre el punto de vista de esa persona".

        "El uso del término feminista no se popularizó hasta 1913(...) El ensayo de su amigo Floyd Dell "Feminism for Men" (Feminismo para hombres), publicado en el popular diario radical The Masses en julio de 1914, es tan bueno que no puedo dejar de citarlo aquí al detalle:
        El feminismo permitirá por primera vez que los hombres sean libres.
        En la actualidad, el hombre corriente puede elegir entre ser un esclavo y ser un sinvergüenza.
        Porque el hombre corriente es propenso a enamorarse, casarse y tener hijos(...) Desea ver que todos ellos están cuidados porque no pueden cuidarse a sí mismos.
        Sin embargo, si tiene que pensar en ellos, ya no es libre(...) Para que en el mundo puedan producirse los cambios más valientes, las mujeres han de verse libres de tener que recurrir al apoyo de los hombres(...) Pero los hombres no quieren la libertad que las mujeres les están imponiendo. No desean la oportunidad de ser valientes(...) Lo que desean es darle a alguna mujer comida, ropa y una casita con cortinas de encaje.
        Los hombres desean la sensación de poder más que la de libertad.(...) Desean a alguien dependiente de ellos más que a una camarada. Mientras puedan ser los amos y señores en un piso de treinta dólares, estarán dispuestos a ser esclavos en el mundo exterior(...).
        En resumen, tienen miedo a dejar de ser sultanes en sus pequeños harenes monógamos. Pero el mundo no quiere sultanes. Quiere hombres que puedan decir que sus almas les son propias. Y eso es lo que el feminismo va a hacer por los hombres: devolerles las almas, para que puedan arriesgarlas sin temor en la aventura de la vida". 

        "Hay que tomarse la vida muy en serio y amar a quien se quiera, de la forma más lujuriosa que se pueda".

        "En un estudio reciente llevado a cabo por una compañía de seguros de vida se observó que casi la mitad de las mujeres estadounidenses tienen miedo de convertirse en vagabundas; no sólo las que nunca se han casado, entre las que se da el resultado más alto, un 56 por ciento, sino también las divorciadas (54 por ciento), las viudas (47 por ciento) e incluso las que aún están casadas (43 por ciento)".

        "El siguiente fin de semana compré una edición de bolsillo de Escribir la vida de una mujer, un estudio seminal publicado originalmente en 1988. Cuando terminé de leerlo, lo habría subrayado casi por entero, desde la primera frase, en la que afirma que hay cuatro formas de escribir la vida de una mujer: autobiográfica, ficción, biografía o <que la mujer escriba su propia vida antes de vivirla, inconscientemente, y sin reconocer ni dar nombre al proceso>".

        "Así es el extraño sino, incluso ahora, del proyecto feminista: el progreso es tan irregular y ha estado tanto tiempo sin documentarse que una idea no tiene que ser nueva para resultar reveladora".

        "Si bien los años comprendidos entre 1890 y 1920 habían sido el momento más glorioso para las mujeres solteras de toda la historia, las dos décadas siguientes resultan ser bastante discutibles. Después de que se lograra el sufragio femenino en 1920, la sensación de tener un objetivo- fuera éste político o personal- que había incitado y unido a librepensadoras como Neith y Edna se fue apagando y la flapper apareció ante la luz pública. Al igual que el de spinster antes que él, el término había cruzado el Atlántico desde Inglaterra, donde surgió en la década de 1890 para describir a una prostituta y a una adolescente: a principios de los años veinte incluía a toda una categoría emergente de mujeres jóvenes que llevaban una vida distinta a la de sus madres (a los ojos de una ciudadanía alarmada, igual podrán haber sido prostitutas).
        A menudo se tomaba erróneamente a las flappers por Nuevas Mujeres disfrazadas con una silueta distinta: mientras que los corsés rígidos y restrictivos habían creado y acentuado las curvas femeninas de sus madres, las flappers levaban una ropa interior nueva, más flexible, que suavizaba la figura femenina desde el codo a la rodilla y la transformaba en el torso fino y recto de un chico sin pecho. Al igual que sus predecesoras, las flappers desafiaban los papeles de género tradicionales y rompían con las convenciones, aunque a los ojos de muchas sufragistas que habían trabajado tanto tiempo y con tanto ahínco para construir la emancipación de la mujer, sus métodos de rebelión -fumar y beber en público, cortarse el pelo a lo bob, llevar vestidos cortos y sugerentes- parecían más bien una pose vacía.
        Como todo deje de frivolidad y hedonismo, la flapper desapareció con la Gran Depresión y, por primera vez en cuarenta años, la posición de la mujer soltera en la sociedad cayó en picado. En una época en la que el sexo heterosexual se consideraba fundamental para la salud mental, las mujeres sin casar se representaban cada vez más como solteronas solitarias y célibes. Mientras tanto, el mercado laboral devino un campo de batalla.
        Con tanta gente desempleada, el trabajo se convirtió en el privilegio de los hombres con familias que alimentar, como si muchas mujeres solteras no estuvieran también manteniendo a sus padres, hermanos y familias. (A las viudas les iba incluso peor: en 1932, había veintiséis estados en los que por ley las mujeres casadas tenían prohibido trabajar). En 1939, el periodista liberal Norman Cousins señaló que había casi diez millones de personas desempleadas, mientras que diez millones de mujeres casadas y solteras tenían trabajo. Su solución: <No hay más que despedir a las mujeres, mujeres que de todas formas no tendrían que estar trabajando, y contratar a los hombres. ¡Abracadabra! Se acabó el paro. Se acabaron los subsidios. Se acabó la depresión>. Al inicio de la Segunda Guerra mundial, cuando otra vez empezamos a necesitar más personas en el lugar del trabajo, las solteras disfrutaron de un breve y agradable repunte (antes de ser devoradas por completo en los cincuenta)".

        "La historia del adulterio es tan antigua como la del matrimonio. Bien entrado el siglo XX, una soltera tenía que haber desarrollado todo su potencial, sentirse muy frustrada sexualmente, encontrarse muy desesperada o estar muy enamorada para ser la querida de un hombre casado y arriesgarse a perder el respeto social que le otorgaba su supuesto celibato".

        "El famoso Hotel Barbizon para mujeres fue un telón de fondo espléndidamente gótico para esta atmósfera tóxica. Construido en 1927, no era la primera residencia <sólo para mujeres> que atendía a chicas trabajadoras -el Martha Washington abrió en 1903 y el Trowmart Inn en 1906-, pero a mediados de los cuarenta era el domicilio para solteras con más glamur de la ciudad.
        Alojado en un edificio de ladrillo de veintitrés pisos y setecientas habitaciones en la esquina de la calle 63 y la avenida Lexington, el Barbizon atraía a jovencitas ingenuas procedentes de todo el país con sus coloridos folletos en los que prometía una vida de brillo y diversión. Se trataba en esencia de una mezcla de hermandad elitista sólo para blancas, dormitorio común, escuela de buenos modales y convento; aceptaba a las aspirantes en función de su aspecto, comportamiento y tres cartas de recomendación y, una vez allí, las sometían a normas <de señoritas> (nada de visitantes masculinos sin supervisión; té de la tarde obligatorio). Entre los cuarenta y los sesenta, todas, desde Grace Kelly hasta Sylvia Plath o Joan Crawford, fueron <chicas Barbizon>".

        "A veces es así: algunos caminan sobre una cuerda floja y otros siguen sobre la cuerda floja o siguen caminando incluso después de darse cuenta de que la cuerda ya no está".

        "Las fuerzas políticas, sociales y económicas que dan forma a la experiencia de ser soltera afroamericana se merecen un libro entero".

        "Toda vida implica compromisos".

        "Una cosa es saber, intelectualmente, que las revistas orientadas a la sociedad de consumo prosperan gracias a las inseguridades de sus lectores, y otra es manipular en efecto esas inseguridades".

        "Cuando aparqué el coche y salí, pude oler el humo de un fuego de leña y oír el crujido del hielo bajo mis pies. Esto, pensé, es lo que significa estar sola: esta viveza, espectacularmente aguda, en cada color, olor y sonido; saber que no hay nada entre tú y el universo vibrante y palpitante excepto este abrigo, estas botas (que acabas de darte cuenta de que son lo único que necesitas)".

        "En la vida real, la que vivía de verdad, sentía una inseguridad desesperada sobre mis elecciones y solía sufrir una dolorosa soledad".

        "A veces me pregunto si, durante la infancia, un cuento de hadas o una leyenda marcan nuestra psique y se convierten en un patrón inconsciente".

        "Al igual que yo, tiene alma de archivero".

        "<A la mayoría de la gente le parece más sencillo organizar una habitación como si fuera de otra persona que analizar y expresar sus propias necesidades>".

        "Hay estudios que sugieren que los techos altos fomentan el pensamiento creativo; que los materiales lisos y literalmente fríos, como el cromado y el cristal, denotan frialdad psicológica, tal vez porque nos recuerden al hielo, mientras que la madera, que tiene una mayor temperatura en reposo que el metal, suscita una sensación de calidez; que las formas angulares frecuentes en el mobiliario del modernismo radical suponen para nuestro cerebro animal la misma amenaza que una roca afilada o la rama de un árbol (algo ante lo que sentirse alerta, no para relajarse). Las habitaciones pintadas de rojo, color que asociamos de manera automática al peligro, nos hacen prestar más atención a los detalles (por ejemplo, detectar errores ortográficos), mientras que las pintadas de azul, color que asociamos a las vistas abiertas, como el mar y el cielo, fomentan la resolución práctica de los problemas".
  
        "Aún no estaba viviendo mi vida. Lo único que hacía era quedarme hasta tarde en la redacción, salir a cenar con D. o algún amigo, tomarme una copa de vino de más y luego tumbarme en el sofá: una cáscara vacía".

        "Abandonar mi lucha y dejarme caer hacia una vida más fácil significaba abandonarme a mí misma".

        "<Sé fiel a tus propios actos y felicítate si has hecho algo raro y extravagante y roto la monotonía de una edad decorosa>. Fue un buen consejo que una vez oí dar a una persona joven. <Haz siempre lo que temas hacer>.
        No, no aclara nada, pero el pasaje celebra sin duda la fidelidad a la individualidad y al inconformismo, lo que difiera en mucho del también famoso <de lo único que debemos tener miedo es del propio miedo>, como anunció Franklin D. Roosevelt en su discurso inaugural de 1932 (parafraseando a Francis Bacon).
        ¿Qué significa que incluso yo, una optimista nata, detecte un tufillo a esa infame voluntad estadounidense por imponerse contra viento y marea en ese sentimiento entusiasta, gratamente ilógico, muy de macho alfa y tan fácil de citar a la primera de cambio?
        Prefiero la manera en que lo expresó Jane Addams (seguramente, como respuesta directa a la cita de Emerson, que había recogido tres años antes en su diario): <Hacer lo que temas hacer implica orientar tu vida en función del miedo. Es mucho mejor no temer hacer aquello en lo que se cree. Ten siempre presente una idea principal y jamás te sentirás perdido>.
        Escribió esto alrededor de 1880, antes de graduarse en el Seminario Femenino Rockford, para la revista estudiantil. Su idea era poder ser médico para poder vivir y trabajar con los pobres; en lugar de ello, tuvo que someterse a una operación de columna y sufrió una crisis nerviosa, dejó la Facultad de Medicina y pasó gran parte de su veintena desesperada, pero estaba convencida de lo que escribió.
        En 1888, Addamns viajó para visitar Toynbee Hall, un conjunto gótico situado en el East End londinense que reunía a hombres de todas las procedencias para ofrecer oportunidades sociales y educativas a las clases trabajadoras. El siguiente año, a los veintinueve, ella y una amiga fundaron su propia versión en Chicago, orientada a las mujeres, llamada Hull-House. En 1920, ya había casi quinietos centros comunitarios en todo el país, dirigidos sobre todo por mujeres solteras (ellas tenían más tiempo para dedicarse a la causa).
        Addams nunca se casó ni tuvo hijos, pero empezó el movimiento de la reforma social y, en esencia, fue la precursora de los programas de bienestar social iniciados por el gobierno federal en la década de 1930. En 1931 se convirtió en la primera mujer estadounidense en ganar el Premio Nobel".

        "Lo que Edith me enseñó fue lo siguiente: para vivir sola y feliz hace falta contar con tu propio pensamiento consciente. No es tan fácil como firmar el alquiler de tu propio piso y quedarse ahí. Tienes que averiguar qué necesitas para sentirte cómoda en casa y en el mundo, sean cuales sean tus medios (de hecho, sin apartarte de ellos) y organizar tu vida con arreglo a ello: una arquitectura metafórica"

        "¿Dónde está la línea que separa el verdadero aprecio por las superficies y la superficialidad?".

        "Al igual que Edith, yo también tenía que romper las cadenas que me estuvieran sujetando y empezar a escribir de verdad".
   
        "A veces no hace falta buscar el coraje para romper las ataduras que nos están sujetando y las cuerdas, simplemente, se aflojan y se nos caen de los tobillos y las muñecas".

        "Pensé en la frase de Edith en The Decoration of Houses: Aunque el objetivo principal de una puerta es dejar entrar, el secundario es cerrar el paso".

        "Pocas cosas son tan desmoralizantes como saber que lo único que hay entre tú y lo que tú quieres eres tú, pensé, y luego me avergoncé. ¿Cuándo había empezado a hablarme a mí misma como si fuera un póster de autoayuda?".

        "Cuando todo está perdido, yo permanezco".

        "Esos criterios de lo que significa ser adulto pertenecen a otros, no son los míos".

        "La vida siempre continúa, como el mordisqueo de un ratón,
        y mañana y mañana y mañana y mañana
        aquí seguirán esta misma callecita
        y esta misma casita".

        "Cuántos corazones jóvenes han revelado que aquello que se les había enseñado a imaginar como la mayor forma de felicidad sobre la tierra no era sino el inicio de la preocupación, la decepción y la pena, y se han visto conducidos a los extremos del sufrimiento físico y mental".

        "Desde 1960, la edad media a la que se casan las mujeres ha aumentado desde los veintiuno hasta los veintisiete años (y, para muchas de quienes buscan una enseñanza superior, la cifra se eleva hasta los treinta y pocos), el tamaño de la familia se ha reducido a su mínimo histórico y 3,2 millones de personas viven solas, pero seguimos habitando un paisaje arquitectónico hecho para otra gente, de otra época y que incluso entones -al menos para las mujeres- ya era problemático".

        "Cuando te encuentras de nuevo en una encrucijada, tratando de averiguar cuál es el mejor paso que puedes dar, resulta igual de útil saber lo que no quieres como saber lo que estás haciendo".

        "Creo que hay dos clases de persona: una saca la energía de dentro y reparte personalidad todo el tiempo y la otra saca la energía de los demás y siempre está recibiendo.
        Quienes reciben resultan agotadores para quienes dan".

        "Bastantes personas me han dicho que las agoto. Hace varios años, una amiga cercana me confesó que <no podía seguir el ritmo> de mis entusiasmos. <Tienes tantos -dijo- que ya no puedo distinguir los reales de los pasajeros>".

        "Le encantaban todas las cosas -los gatos, los perros, las rosas, las personas-  a veces me pregunto si eligió quedarse sola para poder disfrutar mejor de todas ellas".

        "¿Soy ese destino peor que la muerte?".

        "Lo más aterrador de la vida reside, creo, en nuestra capacidad para no prestarle atención.
        <Tal vez tenga razón -musita Rachel para sí-. Tal vez por eso lo hacemos, por eso escribimos, por eso vivimos. Porque sentimos interés. Porque somos curiosos, porque prestamos atención. Porque somos niños a los que nunca han puesto anteojeras>".

        "Vivir en soledad obliga a la gente a ingeniárselas para resolver sus necesidades emocionales".

        "Tillie Olsen también es escritora. En su libro Silences (silencios), publicado en 1978, pregunta:¿Qué necesita la creatividad para funcionar a pleno rendimiento?. su respuesta: Vidas totalmente entregadas y dedicadas, todo el tiempo necesario para el trabajo, totalidad del yo".

        "Ojalá pudiera preguntarte ahora si te gusta estar muerta".

        "No son las maneras raras o extravagantes de la gente lo que le interesa, sino las más corrientes, cuando surge algo que le resulta familiar".

        "Ojalá el amor durara más tiempo y los votos no fueran tan efímeros, pero así son las cosas y la naturaleza se las ha ingeniado para seguir avanzando sin pausa hasta ahora;
encontremos o no lo que estamos buscando
es inútil, biológicamente hablando".

        "Si estás soltera, ya sea por no haberte casado nunca, por haberte divorciado o por haber enviudado, puedes llevar la palabra solterona como un talismán, un recordatorio constante de que estás en muy buena compañía; de hecho, formas parte de una larga y noble tradición de mujeres, pasadas y presentes, que vivieron o viven a su manera".

        "El mundo entero está lleno de senderos transitados que llevan a los santuarios de la soledad. Por mucho que se esfuerce, el mundo no puede olvidarlos. Los pies de los jóvenes acaban por encontrarlos, bien por curiosidad o bien por algún oscuro presentimiento, mientras que a los viejos los llevan sus corazones repletos de recuerdos".

        "Dime, ¿qué pretendes hacer
        con esa vida tuya, única, salvaje
        y preciosa?".



       


        

        
  


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