martes, 19 de abril de 2016

ELIZABETH SMART




                                                   Elizabeth Smart



                                 

                 

        Nació el 27 de diciembre de 1913 y murió el 4 de marzo de 1986.
        Comenzó a escribir muy temprano (a los diez años ya escribía poesía y a los quince tenía ya su primer libro de poemas).
        Hija de un abogado de mucho éxito de Canadá y miembro de una familia muy destacada de Ottawa, tuvo la suerte de poder viajar y se fue a Londres a estudiar piano, teatro y pintura. Tenía dieciocho años cuando comenzó a estudiar música en el King's College de Londres.
        Cuando tenía veinticuatro años entró en una librería londinense y vió un libro de poemas del autor George Barker. Además de caer rendida por los poemas, también se enamoró perdidamente de la persona que los había escrito (nunca lo había visto, ni en fotografías, y años más tarde reconocería que no era lo que se imaginaba). En ese momento (1937) ella trabajaba como secretaria para Margaret Watt (presidenta de la Associated Country Women of the World).
        En 1940 Barker trabajaba en Japón como profesor y vivía con su mujer Jéssica (que estaba embarazada). Elizabeth los invita a Monterrey, un pueblo costero del norte de California, a pasar unos días (era la única manera que tenía para verlo). Es en ese momento (y después de una relación epistolar con él) cuando comienzan una apasionada y tormentosa historia de amor que duraría muchísimos años, casi el resto de sus vidas.
        En 1941 se queda embarazada del que será el primer hijo (Georgina) de los cuatro que tendrá con el poeta. Volvió a Canadá y a pesar de que Barker quiso visitarla, las autoridades le impidieron la entrada al país por su conducta inmoral y deshonesta (debido a la presión de la familia de ella, que intentó siempre por todos los medios que esa relación no tuviese lugar y creían que ella debía esconderse para no ser una deshonra).
        En una pequeña aldea de pescadores llamada Pender Harbour, en la Columbia Británica, da a luz a Georgina (agosto) y escribe su obra maestra "En Grand Central Station me senté y lloré".
        Elizabeth nunca se dió por vencida y vivió en Inglaterra a partir de 1943 (en plena Guerra) donde consiguió un empleo en el Ministerio de Defensa y tuvo a su segundo hijo (Christopher). Barker, por supuesto, estaba establecido allí y la visitaba con frecuencia (puesto que nunca se divorció de su esposa) y se quedó nuevamente embarazada de Sebastian, su tercer hijo, por lo que fue obligada a cesar en el Ministerio.
        En 1947 tendría a su cuarta hija, Rose Emma.
        La relación entre los dos siempre fue tormentosa por ambas partes. Los dos bebían y tenían frecuentes disputas (incluso llegaron a agresiones físicas). A pesar de todo, Smart siguió enamorada toda su vida.
        Para mantenerse a ella y a su familia, trabajó durante trece años como redactora de anuncios. En 1963 trabajó en la revista Queen (de la que llegó a ser editora) e incluso fue la redactora mejor pagada de Inglaterra.
        En 1966 dejó la escritura comercial (y se reeditaría su libro) y se retiró a una casa de campo en Suffolk, donde aprovechó el tiempo perdido y escribió la mayor parte de su obra (poesía, prosa, libros de jardinería y cocina...).
        En 1977, después de treinta y dos años de ausencia, publicó dos nuevas obras: "The Assumption of the Rogues and Rascals" y una pequeña colección de poemas: "A Bonus". También escribió "In the Meantime" (antología de poesía y prosa) y "Necessary Secrets: The Journals of Elizabeth Smart" (diarios).
        Entre 1982 y 1983 regresó a Canadá como escritora residente y pasaría un año becada en Toronto. Después regresaría de nuevo a Inglaterra, donde moriría de un ataque al corazón.





                                   

     
       

       " En Grand Central Station me senté y lloré" es su obra más conocida. Se publicó en 1945 cuando ella tenía treinta y dos años (pocos ejemplares) pero no tuvo éxito hasta mucho tiempo después, cuando en 1966 se volvió a publicar y a circular por Nueva York y Londres y se convirtió en un libro de culto.
        Su familia siempre hizo lo posible para que no saliera a la luz (su madre consiguió con sus influencias que se prohibiera su publicación en Canadá la primera vez que se publicó, y además destruyó todas las copias que iba consiguiendo) porque la obra es un relato con tintes autobiográficos (dividida en diez fragmentos) que gira en torno a su relación con George Barker.
        El libro narra la pasión desmedida de la protagonista hacia un hombre casado y la angustia que le produce vivir de esa manera.
        Hoja tras hoja nos encontramos en un mundo abrumador, sentimos los lastres de la época, la falta de libertad, el ambiente tan opresivo en el que se encuentra.
        Es cierto que cuando empecé a leerlo sentí que era demasiado intenso. Las primeras páginas me resultaron demasiado exaltadas. Leía y pensaba que la mujer que escribía era demasiado "fanática", excesivamente sufrida. Hasta que fui avanzando no sentí esa empatía necesaria para entenderla y sufrir por ella y con ella.
        Al transcurrir en una época tan complicada en cuanto a obstáculos en la vida conyugal (y en la vida de las mujeres en particular) y leyéndolo ahora, es fácil hacerlo con neutralidad; pero creo que es muy valiente expresarse tan abiertamente, sin tapujos, y hablar de sentimientos de la manera en que lo hace.
        Escribe con el corazón en la garganta, con ansia, y explica el desconsuelo de una manera sobrecogedora.
        Paseamos entre la debilidad y la fuerza, el amor y el desapego, las normas y la libertad, la maldad y la bondad.
        Un libro apasionado, potente, frágil (como a veces, la mayoría, se siente la protagonista), pero, sobre todo, desgarrador y auténtico.


        Las frases que más me marcaron:

        "Bien veo que puede cruzar el malévolo mundo sin que nadie la hiera, excepto los que ama".
        "Los días dejan un recuerdo de sol, un recuerdo de flores".
        "Está claro que ningún milagro puede detener las  muertes que se avecinan".
        "Yo no pude elegir. Para mí no hubo cruce de caminos. Estoy celosa del halcón porque puede alzarse lejos, lejísimos del mundo".
        "Y si gritase, ¿quién me oiría, entre los coros de ángeles?".
        "Estoy acribillada de heridas que tienen ojos, ojos que ven un mundo todo tristeza".
        "¿Cómo puedo ser buena? ¿Cómo puedo hallar el alivio de los pájaros que día a día construyen su nido? La necesidad no me ofrece alas de terciopelo para salir volando".
        "¿Por qué tiene las manos tan vacías?".
        "¿Qué saben de cómo las horas de espera, la inacción, el silencio, aprietan la cabeza con una fuerza que sofoca? Las más sencillas frases cotidianas son tortura".
        "La máquina de escribir es culpable de amor, florece de vergüenza, y habla tan alto a mis oídos que temo que comunique su indecencia a las visitas".
        "¿Acaso puedo ver la luz de una cerilla mientras estoy ardiendo en los brazos del sol?".
        "He cerrado mi puerta con llave, pero el terror acecha fuera".
        "Dios está demasiado lejos para oírme".
        "Son más los ángeles que lloran por ella, ella, cuyo arruinado amor desemboca en todos los océanos del mundo".
        "Nada, ni siquiera las mareas venenosas de la sangre que yo misma he derramado, puede detener las gigantescas olas del amor".
        "El tiempo entero es ahora, y el tiempo no puede ofrecer nada mejor".
        "Podemos abarcar el mundo en nuestro amor".
        "No hay más realidad que el amor".
        "Hace años, yo deambulaba melancólica por calles mal iluminadas, anhelando dolorosamente algo, no sabía qué, intentando pasar inadvertida, con mi ropa sin gracia y mis tacones torcidos: subrepticia y sigilosa, esperaba atrapar ese algo por sorpresa. Pero era entonces tímida y asustadiza , y aunque esperaba, no hallaba la fe. Imaginaba un pájaro en la mano, no este mar salvaje que me sacude como a los restos de un naufragio.
        Pero me he fundido con el  mundo: soy una de sus olas, que se desbordan y saltan".
        "¿Necesitáis alegría, necesitáis amor? ¿Sois hojas empapadas en algún patio olvidado? ¿Sufrís frío, hambre, soledad, parálisis, ceguera?".
        "¿Cuáles son los problemas del mundo, sus pesares, sus errores? Me siento tan perpleja, tan ignorante, tan desconcertada como el día en que di álgebra por primera vez".
        "El amor no es menos poderoso que la muerte".
        "La única tortura es su ausencia".
        "Tendrían que haber ido a hoteles diferentes, tendrían que haber nacido en épocas diferentes, y nada de esto habría ocurrido".
        "Y yo, que llevo el mundo en el bolsillo".
        "El noviembre que se acerca me azota con la pasión del año moribundo".
        "Recuerda que aunque la embriaguez inicial desaparece, sin embargo esas cosas, en ese momento, te conmovieron hasta hacerte llorar, y convirtieron una simple mirada por la ventanilla del vagón restaurante en una plenitud insoportable".
        "Pero de mi padre había esperado más. Él tenía la facultad de exponer sus ideas como las pruebas en un proceso. Pero si sentía acercarse la emoción sonreía dolorosamente y esperaba".
        "¿Qué sabe del Amor el que, cuando su país está en apuros, lo abandona?".
        "No, no hay defensa para el amor".
        "Sé razonable. Sé como todo el mundo. Eres una chica lista. Eres inteligente. Muévete, haz algo con tu vida".
        "La mantequilla sube diez centavos. El ser humano baja".
        "Ha habido hombres que han sido más recordados que naciones enteras".
        "No lo acepto con tristeza o arrepentimiento, con melancolía o desesperación. Lo acepto sin mañana y sin ningún lirio de promesa".
        "El amor es fuerte como la muerte".
        "Tanto si tus amigas controlan todos tus pensamientos y tus actos como si no, la noche estará forrada de seda y rodeada de paz".
        "Dormiré por el placer de dormir, y no para esperar que pase el tiempo: El tiempo".
        "Somos demasiado felices, demasiado ricos, demasiado fuertes. Y entonces, abrumados por la culpa o la vergüenza de ser tan privilegiados , flaqueamos".
        "Algo de razón tenía el diablo, y quizá algo olía a podrido en el Cielo por entonces".
        "Si camino deprisa por la calle, no es que esté jugando, con los transeúntes, a un juego que sólo existe en mi cabeza: es timidez, la misma que empuja a las modistillas a mirar nerviosamente afuera, medio escondidas entre los tristones visillos de encaje de sus habitaciones mal iluminadas, prefiriendo soñar junto a sus hornillos de gas y beber té aguado antes que someterse al brutal descubrimiento del mundo. Existen, sabes, mujeres así, y te diré que tratan los objetos con cuidado, como si fueran niños o animales. Pero no creas que el cielo las desdeña. Miles de ángeles suspiran tiernamente por ellas. Y ahora mismo les están bordando faldas, y se preparan a enseñarles la rumba. Pero por los ángeles ¿quién llora? ¿Quién se fija en ellos cuando vuelven la cabeza apretando los labios? No es que yo también pretenda ser un ángel . Pero sé que estar alegre, ser feliz, aunque sea suavemente, le crea a uno enemigos".
        "Y además, tu hijo no baja del nido para ser el chivo expiatorio de nadie, sino para comer su propia manzana con su propio pecado, del mismo modo que lo hará, a su vez, su propio hijo, a su debido tiempo".
        "En la habitación, la sangre nos llegaba a los tobillos".
        "Creo que lo único que puede hacer es ir al borde del acantilado y decir: No soy nadie, y saltar. Son ochenta y ocho dólares y dos más por las pastillas".
        "Soy la última mujer embarazada en un mundo en ruinas. La cama está fría y los celos son crueles como la tumba".
        "Nunca se puede llorar en ningún sitio. Las paredes son siempre demasiado delgadas y el llanto tan ruidoso que su eco resuena por las calles y cruza bahías de agua salada".
        "El empapelado rezuma tristeza, y las paredes me oprimen como el miedo".
        "¿Acaso alguien hace planes de suicidio tomando el sol?".
        "Quizá ya es imposible volver atrás, y de nosotros sólo quedarán archivos tan llenos de tópicos como las fotos de las estrellas del cine".
        "No hay nada que pueda remediar los cinco millones de refugiados, los cadáveres de quienes murieron de hambre, la sangre y las mutilaciones. <Sólo el Amor con una profunda mirada puede detenerlo>.
        ¿Pero dónde está el Amor?  Crucificado a lo largo de quinientas millas. Desparramado sobe la nieve, cubriendo el país arruinado en el que sólo los pájaros se sienten en su casa, y eso sólo durante seis meses al año.
        Cómo podría poner el amor a la altura de mis esperanzas, si mis esperanzas son suicidas, desquiciadas".
        "Me pregunto cómo es que nadie ha notado que estoy muerta y se ha tomado la molestia de enterrarme. ¿No ven que estoy deshecha?
        Paso horas echada, con los ojos vidriosos, o lloro lágrimas de pura debilidad.
        Todos me irritan: no vienen a cuento. Las personas, las cosas, me afectan; los odio si me llevan la contraria o retrasan mi desmoronamiento. La naturaleza se reduce al fastidioso clima, y las flores a toscos recordatorios de la podredumbre".
        "A veces, cuando en la jaula de mi cabeza estrujo el dolor, me digo: Si tú estás sufriendo , piensa en lo que ella sufrió: cien veces más y sin esperanza, mientras tu felicidad radiante pisoteaba, bailando, su calvario".
        "Pero no sangro. El cuchillo clavado en mi carne deja sólo el agujero que demuestra que estoy muerta".
        "Quiero ser buena, pero no servirá de nada".
        "No pensaré en el futuro ahora. No tengo tiempo".
        "Soy más vulnerable que la princesa a la que siete colchones no consiguieron disimular el guisante. El obstáculo que el amor no puede vencer no son las certezas, sino las dudas, las dudas terribles".
        "La mirada de Heathcliff perforó Inglaterra: generaciones enteras de brezo sobre el páramo no lograron disimular el agujero".
        "Hiéreme, traicióname, pero dame una sola cosa, la certeza del amor, pues todo el día y toda la noche, lejos de él y con él, en todas partes y siempre, esa es mi gravedad, y las manzanas que han madurado en mi jardín caen sólo en esa dirección".
        "¿Tendremos algo que decir, nosotros, que ya a estas alturas sabemos demasiado?. Qué más da, si al final todo es lo mismo".
        "La pesadilla de comprender-demasiado-tarde me estalla como un volcán en la cabeza".
        "Me siento sola. No consigo ser una santa. Sé lo que quiero, a quién quiero".
        "Nadie puede echarme un salvavidas".
        "Ni una pizca de consuelo si esto falla. Ni resurrección ni vida después de la muerte. He probado todos los remedios y todos me han fallado. La desesperación invade la esperanza como una mala hierba".
        "Dicen: A medida que nos hacemos mayores aceptamos la resignación.
        Pero cómo entran en ella:tambaleándose humillados, ciegos".
        "No hay final. No termino de ahogarme. El agua sumerge y mezcla, pero no estoy muerta. No estoy muerta, no. Estoy debajo del agua. El mar entero está encima de mí".
        "No, nadie se compadecerá de ti en esta ciudad donde el fracaso es sinónimo de vergüenza, y las lágrimas anacronismos, algo que ya no se lleva, ni siquiera en los cines".
        "Jovencitas enamoradas, sed putas, duele menos".
        "Todas las batallas están perdidas".
        "Yo personalmente prefiero la presa de Boulder a la catedral de Chartres. Prefiero los perros a los niños. Prefiero las mazorcas de maíz a los genitales masculinos. Todo va sobre ruedas, todo es fantástico, y tú qué tal, yo muy bien con okal. Está en el bote. No puede fallar".

       
                 

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