martes, 19 de abril de 2016

A un padre. R.G.P




        Ya todas las muertes son la tuya.
        Y las enfermedades se resumen a la misma.
        No importa llorar el mismo día
        o a los cinco años.
       Vamos a perdonarnos los silencios
        y las cobardías,
        olvidar lo que no dijimos
        en vez del resto,
        porque los pequeños absorbemos
        esa tristeza que os salpica.

        La angustia que te tragas
        la secamos en los suelos
        y aunque creas tenerla retenida
        ha quedado en las pupilas de todas,
        con un poco de brillo, a veces,
        pero cerramos los párpados con cuidado.

        Entiendo cuando ya es tarde
        que los últimos tiempos
        no llegaron a nada,
        y a pesar de que regaran los corazones
        ya debían estar abiertos antes.
        Son bonitas las corazas voluntarias
        y perdono la mia por la tuya,
        al fin y al cabo somos especialistas
        en no soltarnos de nuestros nudos.
        La rabia de las ausencias se esfuma
        al leer algunas de tus palabras
        en papeles escondidos,
        escritos sólo para ti.

        Pesaba más la pena que la rabia (o viceversa),
        lo malo era no diferenciarlas
        y cuando te arañas los brazos
        de impotencia
        sólo es rencor lo que ahoga.

        Si no hubiera sido tan egoísta
        y hubiera sacado el coraje
        podría perdonarte y perdonarme.
        Pero tú no fuiste valiente
        hasta que la vida te apretó,
        y yo no supe serlo
        ni siquiera cuando la vida
        te estaba ahogando.
        A partir de ese momento,
        pensar en perdonar es obsceno.
        Si una no puede olvidar
        las recriminaciones (y la vida) son patéticas.

        El pelo cano, la boca podrida,
        la piel áspera, los brazos agujereados,
        uñas limpias, olor a muerte,
        flemas atascadas, ventanas cerradas,
        sillones incómodos (quién te diera
        quejarte sólo de eso),
        golpes en las rodillas, piel quemada,
        tubos, pañales...

        Pensar que quizá sí escuchabas y sabías.
        "Rezar" para que en realidad
        eso no fuera así.
        No te estabas perdonando.
        Creo que alargabas y alargábamos.
        Nosotras para no separarnos;
        tú, para en un momento de lucidez,
        escuchar que todo iba bien.
        Quizá lo conseguimos ese último día
        ... o tal vez no.

        Después ya no hay nada.
        Te acaricié tarde la mejilla
        y ya se sabe que los "te quiero"
        nunca llegan a tiempo.

        No sé cómo es
        ¿cuando estás en paz perdonas
        o perdonas para  estar en paz?.
        En cualquier caso
        para que una se perdone a sí misma
        ¿qué hay que hacer?




ELIZABETH SMART




                                                   Elizabeth Smart



                                 

                 

        Nació el 27 de diciembre de 1913 y murió el 4 de marzo de 1986.
        Comenzó a escribir muy temprano (a los diez años ya escribía poesía y a los quince tenía ya su primer libro de poemas).
        Hija de un abogado de mucho éxito de Canadá y miembro de una familia muy destacada de Ottawa, tuvo la suerte de poder viajar y se fue a Londres a estudiar piano, teatro y pintura. Tenía dieciocho años cuando comenzó a estudiar música en el King's College de Londres.
        Cuando tenía veinticuatro años entró en una librería londinense y vió un libro de poemas del autor George Barker. Además de caer rendida por los poemas, también se enamoró perdidamente de la persona que los había escrito (nunca lo había visto, ni en fotografías, y años más tarde reconocería que no era lo que se imaginaba). En ese momento (1937) ella trabajaba como secretaria para Margaret Watt (presidenta de la Associated Country Women of the World).
        En 1940 Barker trabajaba en Japón como profesor y vivía con su mujer Jéssica (que estaba embarazada). Elizabeth los invita a Monterrey, un pueblo costero del norte de California, a pasar unos días (era la única manera que tenía para verlo). Es en ese momento (y después de una relación epistolar con él) cuando comienzan una apasionada y tormentosa historia de amor que duraría muchísimos años, casi el resto de sus vidas.
        En 1941 se queda embarazada del que será el primer hijo (Georgina) de los cuatro que tendrá con el poeta. Volvió a Canadá y a pesar de que Barker quiso visitarla, las autoridades le impidieron la entrada al país por su conducta inmoral y deshonesta (debido a la presión de la familia de ella, que intentó siempre por todos los medios que esa relación no tuviese lugar y creían que ella debía esconderse para no ser una deshonra).
        En una pequeña aldea de pescadores llamada Pender Harbour, en la Columbia Británica, da a luz a Georgina (agosto) y escribe su obra maestra "En Grand Central Station me senté y lloré".
        Elizabeth nunca se dió por vencida y vivió en Inglaterra a partir de 1943 (en plena Guerra) donde consiguió un empleo en el Ministerio de Defensa y tuvo a su segundo hijo (Christopher). Barker, por supuesto, estaba establecido allí y la visitaba con frecuencia (puesto que nunca se divorció de su esposa) y se quedó nuevamente embarazada de Sebastian, su tercer hijo, por lo que fue obligada a cesar en el Ministerio.
        En 1947 tendría a su cuarta hija, Rose Emma.
        La relación entre los dos siempre fue tormentosa por ambas partes. Los dos bebían y tenían frecuentes disputas (incluso llegaron a agresiones físicas). A pesar de todo, Smart siguió enamorada toda su vida.
        Para mantenerse a ella y a su familia, trabajó durante trece años como redactora de anuncios. En 1963 trabajó en la revista Queen (de la que llegó a ser editora) e incluso fue la redactora mejor pagada de Inglaterra.
        En 1966 dejó la escritura comercial (y se reeditaría su libro) y se retiró a una casa de campo en Suffolk, donde aprovechó el tiempo perdido y escribió la mayor parte de su obra (poesía, prosa, libros de jardinería y cocina...).
        En 1977, después de treinta y dos años de ausencia, publicó dos nuevas obras: "The Assumption of the Rogues and Rascals" y una pequeña colección de poemas: "A Bonus". También escribió "In the Meantime" (antología de poesía y prosa) y "Necessary Secrets: The Journals of Elizabeth Smart" (diarios).
        Entre 1982 y 1983 regresó a Canadá como escritora residente y pasaría un año becada en Toronto. Después regresaría de nuevo a Inglaterra, donde moriría de un ataque al corazón.





                                   

     
       

       " En Grand Central Station me senté y lloré" es su obra más conocida. Se publicó en 1945 cuando ella tenía treinta y dos años (pocos ejemplares) pero no tuvo éxito hasta mucho tiempo después, cuando en 1966 se volvió a publicar y a circular por Nueva York y Londres y se convirtió en un libro de culto.
        Su familia siempre hizo lo posible para que no saliera a la luz (su madre consiguió con sus influencias que se prohibiera su publicación en Canadá la primera vez que se publicó, y además destruyó todas las copias que iba consiguiendo) porque la obra es un relato con tintes autobiográficos (dividida en diez fragmentos) que gira en torno a su relación con George Barker.
        El libro narra la pasión desmedida de la protagonista hacia un hombre casado y la angustia que le produce vivir de esa manera.
        Hoja tras hoja nos encontramos en un mundo abrumador, sentimos los lastres de la época, la falta de libertad, el ambiente tan opresivo en el que se encuentra.
        Es cierto que cuando empecé a leerlo sentí que era demasiado intenso. Las primeras páginas me resultaron demasiado exaltadas. Leía y pensaba que la mujer que escribía era demasiado "fanática", excesivamente sufrida. Hasta que fui avanzando no sentí esa empatía necesaria para entenderla y sufrir por ella y con ella.
        Al transcurrir en una época tan complicada en cuanto a obstáculos en la vida conyugal (y en la vida de las mujeres en particular) y leyéndolo ahora, es fácil hacerlo con neutralidad; pero creo que es muy valiente expresarse tan abiertamente, sin tapujos, y hablar de sentimientos de la manera en que lo hace.
        Escribe con el corazón en la garganta, con ansia, y explica el desconsuelo de una manera sobrecogedora.
        Paseamos entre la debilidad y la fuerza, el amor y el desapego, las normas y la libertad, la maldad y la bondad.
        Un libro apasionado, potente, frágil (como a veces, la mayoría, se siente la protagonista), pero, sobre todo, desgarrador y auténtico.


        Las frases que más me marcaron:

        "Bien veo que puede cruzar el malévolo mundo sin que nadie la hiera, excepto los que ama".
        "Los días dejan un recuerdo de sol, un recuerdo de flores".
        "Está claro que ningún milagro puede detener las  muertes que se avecinan".
        "Yo no pude elegir. Para mí no hubo cruce de caminos. Estoy celosa del halcón porque puede alzarse lejos, lejísimos del mundo".
        "Y si gritase, ¿quién me oiría, entre los coros de ángeles?".
        "Estoy acribillada de heridas que tienen ojos, ojos que ven un mundo todo tristeza".
        "¿Cómo puedo ser buena? ¿Cómo puedo hallar el alivio de los pájaros que día a día construyen su nido? La necesidad no me ofrece alas de terciopelo para salir volando".
        "¿Por qué tiene las manos tan vacías?".
        "¿Qué saben de cómo las horas de espera, la inacción, el silencio, aprietan la cabeza con una fuerza que sofoca? Las más sencillas frases cotidianas son tortura".
        "La máquina de escribir es culpable de amor, florece de vergüenza, y habla tan alto a mis oídos que temo que comunique su indecencia a las visitas".
        "¿Acaso puedo ver la luz de una cerilla mientras estoy ardiendo en los brazos del sol?".
        "He cerrado mi puerta con llave, pero el terror acecha fuera".
        "Dios está demasiado lejos para oírme".
        "Son más los ángeles que lloran por ella, ella, cuyo arruinado amor desemboca en todos los océanos del mundo".
        "Nada, ni siquiera las mareas venenosas de la sangre que yo misma he derramado, puede detener las gigantescas olas del amor".
        "El tiempo entero es ahora, y el tiempo no puede ofrecer nada mejor".
        "Podemos abarcar el mundo en nuestro amor".
        "No hay más realidad que el amor".
        "Hace años, yo deambulaba melancólica por calles mal iluminadas, anhelando dolorosamente algo, no sabía qué, intentando pasar inadvertida, con mi ropa sin gracia y mis tacones torcidos: subrepticia y sigilosa, esperaba atrapar ese algo por sorpresa. Pero era entonces tímida y asustadiza , y aunque esperaba, no hallaba la fe. Imaginaba un pájaro en la mano, no este mar salvaje que me sacude como a los restos de un naufragio.
        Pero me he fundido con el  mundo: soy una de sus olas, que se desbordan y saltan".
        "¿Necesitáis alegría, necesitáis amor? ¿Sois hojas empapadas en algún patio olvidado? ¿Sufrís frío, hambre, soledad, parálisis, ceguera?".
        "¿Cuáles son los problemas del mundo, sus pesares, sus errores? Me siento tan perpleja, tan ignorante, tan desconcertada como el día en que di álgebra por primera vez".
        "El amor no es menos poderoso que la muerte".
        "La única tortura es su ausencia".
        "Tendrían que haber ido a hoteles diferentes, tendrían que haber nacido en épocas diferentes, y nada de esto habría ocurrido".
        "Y yo, que llevo el mundo en el bolsillo".
        "El noviembre que se acerca me azota con la pasión del año moribundo".
        "Recuerda que aunque la embriaguez inicial desaparece, sin embargo esas cosas, en ese momento, te conmovieron hasta hacerte llorar, y convirtieron una simple mirada por la ventanilla del vagón restaurante en una plenitud insoportable".
        "Pero de mi padre había esperado más. Él tenía la facultad de exponer sus ideas como las pruebas en un proceso. Pero si sentía acercarse la emoción sonreía dolorosamente y esperaba".
        "¿Qué sabe del Amor el que, cuando su país está en apuros, lo abandona?".
        "No, no hay defensa para el amor".
        "Sé razonable. Sé como todo el mundo. Eres una chica lista. Eres inteligente. Muévete, haz algo con tu vida".
        "La mantequilla sube diez centavos. El ser humano baja".
        "Ha habido hombres que han sido más recordados que naciones enteras".
        "No lo acepto con tristeza o arrepentimiento, con melancolía o desesperación. Lo acepto sin mañana y sin ningún lirio de promesa".
        "El amor es fuerte como la muerte".
        "Tanto si tus amigas controlan todos tus pensamientos y tus actos como si no, la noche estará forrada de seda y rodeada de paz".
        "Dormiré por el placer de dormir, y no para esperar que pase el tiempo: El tiempo".
        "Somos demasiado felices, demasiado ricos, demasiado fuertes. Y entonces, abrumados por la culpa o la vergüenza de ser tan privilegiados , flaqueamos".
        "Algo de razón tenía el diablo, y quizá algo olía a podrido en el Cielo por entonces".
        "Si camino deprisa por la calle, no es que esté jugando, con los transeúntes, a un juego que sólo existe en mi cabeza: es timidez, la misma que empuja a las modistillas a mirar nerviosamente afuera, medio escondidas entre los tristones visillos de encaje de sus habitaciones mal iluminadas, prefiriendo soñar junto a sus hornillos de gas y beber té aguado antes que someterse al brutal descubrimiento del mundo. Existen, sabes, mujeres así, y te diré que tratan los objetos con cuidado, como si fueran niños o animales. Pero no creas que el cielo las desdeña. Miles de ángeles suspiran tiernamente por ellas. Y ahora mismo les están bordando faldas, y se preparan a enseñarles la rumba. Pero por los ángeles ¿quién llora? ¿Quién se fija en ellos cuando vuelven la cabeza apretando los labios? No es que yo también pretenda ser un ángel . Pero sé que estar alegre, ser feliz, aunque sea suavemente, le crea a uno enemigos".
        "Y además, tu hijo no baja del nido para ser el chivo expiatorio de nadie, sino para comer su propia manzana con su propio pecado, del mismo modo que lo hará, a su vez, su propio hijo, a su debido tiempo".
        "En la habitación, la sangre nos llegaba a los tobillos".
        "Creo que lo único que puede hacer es ir al borde del acantilado y decir: No soy nadie, y saltar. Son ochenta y ocho dólares y dos más por las pastillas".
        "Soy la última mujer embarazada en un mundo en ruinas. La cama está fría y los celos son crueles como la tumba".
        "Nunca se puede llorar en ningún sitio. Las paredes son siempre demasiado delgadas y el llanto tan ruidoso que su eco resuena por las calles y cruza bahías de agua salada".
        "El empapelado rezuma tristeza, y las paredes me oprimen como el miedo".
        "¿Acaso alguien hace planes de suicidio tomando el sol?".
        "Quizá ya es imposible volver atrás, y de nosotros sólo quedarán archivos tan llenos de tópicos como las fotos de las estrellas del cine".
        "No hay nada que pueda remediar los cinco millones de refugiados, los cadáveres de quienes murieron de hambre, la sangre y las mutilaciones. <Sólo el Amor con una profunda mirada puede detenerlo>.
        ¿Pero dónde está el Amor?  Crucificado a lo largo de quinientas millas. Desparramado sobe la nieve, cubriendo el país arruinado en el que sólo los pájaros se sienten en su casa, y eso sólo durante seis meses al año.
        Cómo podría poner el amor a la altura de mis esperanzas, si mis esperanzas son suicidas, desquiciadas".
        "Me pregunto cómo es que nadie ha notado que estoy muerta y se ha tomado la molestia de enterrarme. ¿No ven que estoy deshecha?
        Paso horas echada, con los ojos vidriosos, o lloro lágrimas de pura debilidad.
        Todos me irritan: no vienen a cuento. Las personas, las cosas, me afectan; los odio si me llevan la contraria o retrasan mi desmoronamiento. La naturaleza se reduce al fastidioso clima, y las flores a toscos recordatorios de la podredumbre".
        "A veces, cuando en la jaula de mi cabeza estrujo el dolor, me digo: Si tú estás sufriendo , piensa en lo que ella sufrió: cien veces más y sin esperanza, mientras tu felicidad radiante pisoteaba, bailando, su calvario".
        "Pero no sangro. El cuchillo clavado en mi carne deja sólo el agujero que demuestra que estoy muerta".
        "Quiero ser buena, pero no servirá de nada".
        "No pensaré en el futuro ahora. No tengo tiempo".
        "Soy más vulnerable que la princesa a la que siete colchones no consiguieron disimular el guisante. El obstáculo que el amor no puede vencer no son las certezas, sino las dudas, las dudas terribles".
        "La mirada de Heathcliff perforó Inglaterra: generaciones enteras de brezo sobre el páramo no lograron disimular el agujero".
        "Hiéreme, traicióname, pero dame una sola cosa, la certeza del amor, pues todo el día y toda la noche, lejos de él y con él, en todas partes y siempre, esa es mi gravedad, y las manzanas que han madurado en mi jardín caen sólo en esa dirección".
        "¿Tendremos algo que decir, nosotros, que ya a estas alturas sabemos demasiado?. Qué más da, si al final todo es lo mismo".
        "La pesadilla de comprender-demasiado-tarde me estalla como un volcán en la cabeza".
        "Me siento sola. No consigo ser una santa. Sé lo que quiero, a quién quiero".
        "Nadie puede echarme un salvavidas".
        "Ni una pizca de consuelo si esto falla. Ni resurrección ni vida después de la muerte. He probado todos los remedios y todos me han fallado. La desesperación invade la esperanza como una mala hierba".
        "Dicen: A medida que nos hacemos mayores aceptamos la resignación.
        Pero cómo entran en ella:tambaleándose humillados, ciegos".
        "No hay final. No termino de ahogarme. El agua sumerge y mezcla, pero no estoy muerta. No estoy muerta, no. Estoy debajo del agua. El mar entero está encima de mí".
        "No, nadie se compadecerá de ti en esta ciudad donde el fracaso es sinónimo de vergüenza, y las lágrimas anacronismos, algo que ya no se lleva, ni siquiera en los cines".
        "Jovencitas enamoradas, sed putas, duele menos".
        "Todas las batallas están perdidas".
        "Yo personalmente prefiero la presa de Boulder a la catedral de Chartres. Prefiero los perros a los niños. Prefiero las mazorcas de maíz a los genitales masculinos. Todo va sobre ruedas, todo es fantástico, y tú qué tal, yo muy bien con okal. Está en el bote. No puede fallar".

       
                 

jueves, 7 de abril de 2016

R.G.P



        Resbala. Camina entre las piedras rozando la punta de su paraguas. No sabe de la vida y le atormenta, o eso piensa, a veces, cuando siente un nudo que va desde su estómago a la garganta y aprieta los puños para no salir corriendo.
        Para calmarse tiene canciones. Empieza con ellas en el baño, cronometra el agua, la pasta de dientes, la crema...
        Cuando sale de casa pisa derecha y cuenta cada paso al ritmo hasta llegar al trabajo. Resbala.
        Los días van pasando y se le escurren por las piernas, los dedos, el pelo, las varices...
        No sabe lo que quiere. Un día piensa en llegar a la cama cansada de tanto recorrer la vida bajo las nubes, otros prefiere cansarse al calor y respirar llenando la tercera parte de sus pulmones pasivos.
        Le alegra cualquier cosa de la misma manera que le hace llorar de rabia o de pena.
        Mueve compulsivamente las manos en círculos recorriendo estrellas imaginarias y fantasea con escribir frente a una gran ventana con los rayos del sol calentándole el pelo.
        En algunas ocasiones tiene tantos sueños que hace listas interminables sobre avioncitos de papel. Al final todo termina en el mismo sitio pero si no da golpes en las puertas es porque sabe que aún no es jueves, y esas listas puede volver a empezarlas. Pisa su dolor. Lo pisa, lo pisa, lo pisa y sonríe cuando ya es solamente una motita.
        Es fácil de calmar. Basta rozar algún libro y baila frenéticamente entre las letras, la tinta, los olores...
        Si el mundo acabase estaría en un botecito con las dedicatorias de su padre.
        Si la observas de lejos es una libélula que choca compulsivamente  contra los arbustos para acabar siempre encerrada en un tarro de cristal.
        Tiene ochenta razones para gritar de alegría pero los domingos a las cinco siente una pequeña cuerda que le roza el pecho y tiembla de frío.
        Hay días en que cada libro, cada canción o cada película le exprimen un poco los párpados, pero los para, por unos días o semanas, con golpes irracionales de brutalidad.
        Sí, a veces resbala. Tropieza. Desde la ventana de mi habitación invento hilos que la elevan y la pasean de un extremo al otro. Ella mira hacia arriba y me sonríe. Sonríe como rabia. Con ardor. Su gesto de látigo hace que perdamos el equilibrio pero ella siempre sigue en pie. Sus uñas son clavos en la acera y en su estómago. Se desliza al compás. Vuelve a entonar las canciones y la cabeza se centra de nuevo.
        Allá va a lo lejos. Sigo su silueta desde arriba. Resbalar, al fin y al cabo, sigue siendo necesario.

lunes, 4 de abril de 2016

Marina Keegan

       

                                                          Marina Keegan



                 
             



        Marina Evelyn Keegan nació el 25 de octubre de 1989 y murió el 26 de mayo de 2012 a los 22 años a causa de un accidente de tráfico. Viajaba con su novio (era el que conducía) a casa de su familia para celebrar el cumpleaños de su padre, pero lamentablemente, se quedó dormido y aunque él resultó ileso ella murió en el acto después de que el coche diera dos vueltas de campana (los padres de Marina lo invitaron al día siguiente a su casa y lo recibieron con los brazos abiertos, escribieron a la policía para que no interpusieran una denuncia porque a su hija le destrozaría ver que tendría que sufrir más de lo que ya lo estaba haciendo, e incluso le acompañaron a juicio).
        Nació en Boston aunque se crió a las afueras de Massachussets (en un barrio acomodado).
        Su último año en la Universidad (estudió Escritura Creativa con doble licenciatura en inglés y fue licenciada "magna cum laude"  en Yale) estuvo trabajando como ayudante de investigación de Harold Bloom, actuando en dos obras de teatro y escribiendo una tercera, presidiendo la asociación de estudiantes de Yale College Democrats, colaborando en la coordinación de Ocupy Yale, haciendo prácticas cada jueves en Paris Review y buscando un empleo en el New Yorker (empleo que finalmente consiguió y estaba esperándola).
        Escribía cada minuto que tenía libre (poesía, teatro, artículos...) y cuando se presentó por correo electrónico a su futura profesora y mentora Anne Fadiman (periodista, escritora y editora del volumen póstumo de Keegan) antes de matricularse en sus clases le dijo que esperaba "impedir que muera la literatura".
        Además de involucrarse totalmente en la vida de la Universidad, presidía el Partido Demócrata de Yale (la organización política más grande del campus) y era muy conocida porque sus intereses abarcaban la literatura, el teatro y la política.
        Marina tenía una vida fácil. Una chica joven que estudia lo que quiere (y le encanta), con una familia y un  novio que la adoraban y un futuro prometedor. Incluso sus amigos y profesores la veneraban.
        Todo parecía que iba a ser perfecto, pero cinco días después de que se graduara, su vida acabó y con ella todos los sueños que tenía por cumplir.
        Fue la elegida para dar el discurso de la ceremonia de graduación de su curso (que se haría célebre tras su muerte) y fue precisamente ese discurso el que abre el libro de "Lo contrario de la soledad" (apenas una semana después de publicar este artículo en la web Yale Daily News, el texto había recibido más de un millón de visitas).
        Keegan era una trabajadora incansable, constante, soñadora, maniática, impulsiva, alegre,vital... Amaba lo que hacía (una amiga recuerda que un día le dijo: "He decidido que voy a ser escritora. Pero de verdad. Con mi vida").
        Es cierto que con su muerte no pudo lograr cumplir su objetivo, pero "por suerte" gracias a sus profesores (en especial Anne Fadiman), sus amigos y sus padres, podemos hoy disfrutar de sus textos reunidos en un libro que sin duda le habría hecho ser un poquito más feliz si pudiera verlo.


                         


        Esta "novela" es una selección de dieciocho ensayos de ficción y no ficiión , sin hilo conductor entre ellos. Habla de todo lo que se le va pasando por la cabeza: de inseguridades, esperanzas, aspiraciones, incertidumbres, limitaciones, ecologismo,amor, juventud, política...
        Es verdad que muchos después de leerlo son de la opinión de que sus letras  no pasarán a la historia, de que quizá si no hubiera muerto no la conoceríamos o de que era una niña rica para la que escribir sería un pasatiempo sin ningún valor y que la vida le había dado todo sin tener que esforzarse. Pero no creo que eso sea cierto. No totalmente. Es verdad que tras su muerte fue cuando empezó a hacerse viral su discurso, pero eso no quita que Marina llegara a sus oyentes y lectores y que les inyectara ese positivismo tan característico de ella. Esa ingenuidad (que algunos critican) es la que le hace sincera y creíble y hay que tener en cuenta lo joven que era y que a esa edad es  normal serlo; tener esperanzas, inseguridades, presiones...porque la vida todavía no la había desanimado.
        Marina es idealista, fresca, auténtica. Tan auténtica como se puede ser a los veinte años. A pesar de que el mundo acabara para ella podemos deleitarnos con su obra, sus artículos recopilados, e intentar conocerla un poco.
        Keegan quería dejar huella en el mundo. Si lo consiguió o no, no lo sé. Lo que sí es cierto es que en algunos mundos sí que la ha dejado y estoy segura de que la dejará.
        "Lo contrario de la soledad"(que escribió mientras era estudiante para sus clases) es una apología a la alegría de vivir, a luchar por lo que a uno le gusta y le llena en la vida.
        Como ella misma dice "los mejores años de  nuestras vidas no los hemos dejado ya atrás".
        Un libro alegre, ameno y delicado.


        Las frases que más me han gustado:

        "´Viviré para el amor, y lo demás vendrá rodado".
        "¿Quieres marcharte temprano?
         No, quiero que me dé tiempo a enamorarme de todo...
         Y lloro porque todo es tan bello y tan breve."
        "Tengo en mi vida 32 páginas a espacio sencillo de cosas de interés".
        "No tenemos una palabra que designe lo contrario de la soledad, pero, si la hubiera, definiría lo que yo quiero en la vida".
        "Pero que nadie se confunda: los mejores años de nuestras vidas no los hemos dejado atrás".
        "Somos nuestros críticos más feroces, y es fácil sentirse defraudado con uno mismo".
        "Nuestras inseguridades más íntimas nos persiguen y siempre nos perseguirán".
        "Ponemos el listón a una altura imposible, y lo más seguro es que nunca alcancemos las fantasías perfectas que imaginamos para nuestro futuro".
        "Somos muy jóvenes. Somos tan jóvenes. Tenemos veintidós años.Tenemos mucho tiempo por delante. A veces me asalta una sensación que se cuela en la conciencia colectiva cuando te quedas solo después de una fiesta, o al guardar los libros cuando te das por vencido y decides salir: la de que, en cierto modo, ya es demasiado tarde. Que los demás han tomado la delantera. Que están más preparados, más especializados. Mejor encaminados para salvar el mundo de algún modo, para crear, inventar o mejorar. Que ya es demasiado tarde para EMPEZAR algo nuevo, y que debemos conformarnos con continuar, con seguir lo que ya hemos iniciado".
        "Enamorada, impresionada, agradecida, muerta de miedo".
        "Me pasa mucho, en realidad, en toda clase de situaciones. Como si debiera sentir algo que no siento".
        "Por lo general, no me gustan las revelaciones que sufro cuando voy colocada".
        "Pensé entonces en que la mayoría de las cosas, en el fondo, no son culpa de nadie".
        "Echo de menos soñar hacia delante"
        "Mi madre siempre decía que era fascinante lo irrebatibles que parecen las cosas cuando se es joven. Pero la arena se va deslizando en cascadas hasta que los cráteres de la duna se llenan. Inevitable, escriben las revistas, y nosotros meneamos la cabeza con una sombría nostalgia por la hierba y las cigarras. Y así será siempre".
        "Que sepas que eres mi nexo con el mundo".
        "Lo que quiero decir es que deberías responderme.
         Porque existe un precedente. Porque existe una urgencia.
         Porque existe una hora para meterse en la cama.
         Porque cuando el mundo se acabe
         a lo mejor no he cargado
         el móvil y
         si no respondes pronto,
         no sabré si querrías dejar tu sombra
         junto a la mía".
        "A veces me preocupa que los humanos teman ayudar a los humanos".
        "Cincuenta ballenas varadas son una crisis tangible con una solución visible. Hay camaradería en el proceso, una fantasía estilo: "Liberad a Willy", una imagen de "Flipper" en la cabeza de todos y cada uno de los implicados. Nada tiene de romántico, en cambio, despertar a un hombre tumbado en el banco de un parque y acompañarlo a un albergue. La pequeña dosis de farisaica satisfacción procede de enviar un cheque a Oxfam International".
        "El año pasado, una organización sin ánimo de lucro gastó diez mil dólares en transportar una ballena hasta un acuario de Florida, donde murió sólo tres días después. Esos mismos diez mil dólares podrían haber comprado cientos de miles de raciones de comida. En teoría, es fácil decirlo.
        Pero cuando estaba mirando el ojo de una ballena piloto moribunda a las cuatro dela mañana, mis reflexiones no eran tan filosóficas".
        "Quizá debería haber consolado a uno de ellos, poner las manos sobre sus hombros. Invertir mi tiempo y mi dinero y mi vida en salvar a quienes caminan erguidos y hablan sin eco".
        "Aún así, más pronto que tarde, los libros que escribimos y las plantas que regamos se congelarán y pudrirán en la oscuridad.
        Pero tal vez haya esperanza".
        "La pregunta es: ¿qué nivel de autoconocimiento tienes que tener para que, llegado el momento de <echar toda la carne en el asador>, tengas la razonable certeza de que tu elección no se basa en el miedo ni está motivada por tu ego...de que el viaje que emprendes es realmente tuyo, y no de otros?"
        "Cuesta bastante mantener una actitud optimista para encontrar tu propia experiencia, alternativa y coherente".
        "Me parece triste que tantos de nosotros entremos en una línea de trabajo donde no estamos produciendo nada (en la mayoría de los casos), ni ayudando a nadie, ni involucrándonos en nada que nos apasione de verdad".
        "A lo mejor peco de ignorante y de idealista, pero siento que no puede ser cierto. Siento que lo sabemos. Siento que podemos hacer algo realmente chulo por este mundo. Y tengo miedo de que -a los veintitrés, veinticuatro o veinticinco años - se nos olvide".
        "El caso es que un día el sol va a morir y todo en la Tierra se congelará. Va a pasar. Aunque acabemos con el calentamiento global y limpiemos nuestras radiaciones. Las obras completas de William Shakespeare, los nenúfares de Monet, todo Hemingway, todo Milton, todo Keats, nuestras colecciones de música, nuestras bibliotecas, nuestras galerías, nuestra poesía, nuestras cartas, nuestros nombres grabados en mesas. Solía creer que imprimir cosas las hacía permanentes, pero ahora esa idea me parece harto estúpida. Todo quedará destruido, sin importar cuánto trabajemos para crearlo. Pensar en ello me aterra. Yo quiero pequeñeces permanentes. ¡Quiero enormidades permanentes! Quiero que lo que pienso y lo que soy quede recopilado en una antología complaciente que quepa cómodamente en algún estante de una librería laberíntica".
        "Puedes ser cualquier cosa, nos dicen. Nadie es exactamente igual que tú. Pero cuando metí mi nombre en Facebook aparecieron ocho fotos diminutas que me miraron a los ojos. Las Marinas Keegan, con sus pequeñas ciudades de origen y estatus sentimentales. Cuando muramos, nuestras lápidas serán las mismas. AQUÍ YACE MARINA KEEGAN, rezarán. Números uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho".
        "¡Qué atrevida! Por suponer que soy especial, ante todo".
        "Es bastante probable que nunca haga nada. Resulta egoísta y egocéntrico si se piensa, pero me aterra".