Valérie Mréjen nació en París en 1969. Es una artista visual, realizadora y escritora singular y atrayente.
Estudió en la Escuela Nacional de Artes de Cergy-Pontoise (se graduó en 1994) y dirigió su primer video en 1997.
Escribió cuatro novelas breves: Mi abuelo, El Agrio, Eau sauvage y Selva negra.
En 2006 publicó también Pork and milk (ensayo/documental en forma de libro-DVD).
Sus obras se han presentado en numerosas exposiciones en Francia y en el extranjero. En internet (en su propia página) se puede disfrutar de sus trabajos (videos, películas, fotografías...).
Una mujer, sobre todo, muy original.
Esta breve novela (sólo ochenta y ocho páginas) se lee casi en un instante y no por el tamaño del libro sino por la manera en que te va capturando.
En diferentes relatos vamos leyendo sobre maneras diferentes de dejar la vida, sobre detalles cotidianos que pasarían desapercibidos a los ojos de otras personas, sobre emociones, fantasías.
Valérie escribe como rozándote a distancia, con sensibilidad pero directa. Es como si contara alguna anécdota un día sin prisas en una cafetería sin querer alardear pero consciente de que sabe que te está engatusando.
Tal vez el título de su libro (como especifican en el mismo) venga porque el escritor japonés Seicho Matsumoto en una de sus obras sitúa el suicidio de su protagonista Kuroi Jukai (Selva negra) en un bosque llamado Aokigahara o Mar negro de árboles (un lugar donde se cree que habitan fantasmas y que después de que se publicara la obra se convirtió en un lugar mítico al que acuden decenas de japoneses cada año para suicidarse). Valérie vivió unos años en Japón.
En todo caso, Selva negra, es una novela de despedidas ( la madre de la escritora se suicidó cuando ella era pequeña), de derrumbes, de saber decir adiós (o no), de aceptar la vida como viene por muy extravagante o injusta que sea. De imaginar que vuelve tu ser querido de entre los muertos, de lo doloroso o feliz que sería, de hacer las paces con la vida cuando te encuentras sola...
Lo que más me ha gustado:
"Su padre tiene pavor a aventurarse los sábados en los grandes almacenes y no conoce las marcas de moda".
"Todo le parecía insólito, la gente con aspecto de dirigirse apresuradamente a algún lado, los plátanos con su corteza de tela de camuflaje, la ondulación de las hojas sacudidas por el viento, recuperar la posibilidad de leer la expresión de los rostros, los anuncios en las marquesinas de autobús: mil detalles la harían detenerse y le hablarían del presente"
"Como cuando sales a la calle con un nuevo peinado, me sentiría levemente decepcionada ante la falta de la debida reacción a nuestro alrededor".
"Abandonaríamos ese lugar tan encantador y tal vez fuera mejor así, pues a decir verdad no sé lo que habría pedido. Apenas fuimos juntas a los bares, o fue hace tanto tiempo que no recuerdo sus gustos.
Es evidente que no sabríamos cómo empezar. Yo tendría miedo de ser brusca, de soltar información sin ton ni son, de querer recuperar el tiempo hablando sin parar, de arruinar sin remedio la ilusión del reencuentro".
"Es difícil no pensar en el día en que las cosas dejen de ir bien".
"Cuando le preguntan cómo van las cosas, la respuesta positiva es siempre un alivio, una victoria ganada provisionalmente al destino".
"Podría comenzar así, y esta historia sería después de todo una manera de entablar conversación, de comprobar que, en efecto, el cielo habría podido esperar un poco más, que fue una lástima haberse ido tan pronto. Intentaría pronunciar alguna frase, por ejemplo: te he echado de menos, pero no sería la expresión adecuada, ya que es una fórmula demasiado cotidiana. Y; además, las palabras se quedarían atrapadas en las profundidades sin posibilidad de emerger, prisioneras de unas cuerdas vocales repentinamente tensas e hinchadas, exudando un humor amargo ahí donde se forma un nudo con regularidad variable en los momentos en los que debo decir <mi madre>".
"Estaría bien, realmente, encontrar un remedio para sentirse al fin más seguro, avanzar sin tener que luchar contra las propias fuerzas, dejar de torturarse intentando inventar cualquier justificación al menor movimiento".
"Por ello temerá a veces abrir el buzón, para no encontrar folletos de colores brillantes anunciando descuentos por la instalación de ventanas o por la compra de gafas que de todos modos ella no hubiera necesitado, al menos a su edad".
"Finalmente llegan los resultados y todos tardan unos segundos antes de comprender que la enfermedad, identificada con una frase extraña o un nuevo eufemismo, es bastante grave y conocida por todos. A continuación, todo se va deteriorando, el tratamiento reiterado es agotador, el cabello se cae, la moral baja, las risas nerviosas entre hermanas estallan antes de la aparición de las lágrimas. Cada uno se agarra a lo que puede para intentar encontrar en todo aquello incongruencias o detalles que provocan una hilaridad desbordante".
"En el entorno de su nuevo novio se preguntan cómo ser útiles, qué palabras de consuelo pronunciar, qué absurdo grano de arena aportar al dique de contención que quisieran ayudar a construir, aunque sirva de poco, contra ese maremoto de tristeza de intensidad difícil de imaginar: poco más se puede hacer que enviar esporádicas señales de presencia, esperando que ese dolor acabe por atenuarse y le permita cierto alivio".
"Ninguno de los dos se siente realmente curado de sus anteriores parejas, lo que complica su relación, a veces febril, donde se cuela una cierta tensión; en ocasiones, los estallidos estropean la tarde, pero a la mañana siguiente todo mejora de nuevo".
"Hace algún tiempo, cuando acababan de conocerse y ella vivía aún con su fiel compañero, el amigo de infancia con quien ella compartía un montón de recuerdos y de fotografías ordenadas en cajas de zapatos que habían hecho ya varias mudanzas, si bien este amigo de infancia, por su parte, ratificó la separación saliendo él también con otra chica, el joyero motero derramó a lo largo de la acera de su edificio varios puñados de oro en polvo como para señalar el camino hacia su habitación, como para trazarle un sendero brillante bajo las farolas encendidas en la calle dormida y que no tuviera más que dejarse guiar, imprimiendo así, en el metal pulverizado, la preciada huella de sus pasos".
"Continúa marcado con una mancha imborrable, del mismo modo que para otras personas lo están otros lugares, tal plaza o tal calle, a partir de un momento habitados por la presencia del ausente, porque fue allí donde se encontraba por última vez".
"En realidad, ningún lugar me parecía suficientemente bueno, todo tendría un aspecto anticuado y sucio, o bien falso y demasiado nuevo, o demasiado vacío y lúgubre, o demasiado abarrotado y ruidoso".
"Y sólo muchos años después vuelve a pensar en ello, diciéndose que no era natural, que los padres no enseñan a veces más de dos o tres cosas a los hijos, no siempre les permiten desembarazarse del miedo a equivocarse, a pasar por imbéciles, a perder la estima de los adultos más informados".
"A veces la mente actúa en contra del sentido común, toma arbitrariamente la iniciativa de otorgar gran significado a un comentario y lo sitúa rápidamente como valor en alza, mientras que otras palabras de contenido más amable se dejan de relleno y al cabo de un tiempo terminan por difuminarse"
"Una mala madre hacia la que guardan demasiados reproches para que aún tengan cabida los buenos sentimientos".
"No deberían estropear este momento por miedo a que no se vuelva a presentar la oportunidad y es muy cierto que ahora ya nada será como antes".
"La palabra <corazón> había aparecido un par de veces; él había escrito <sangra pero late>".
"Sucede que por temporadas uno olvida".
"En ocasiones, uno se sorprendía pensando en toda la gente cuyas vidas se habían alejado pero cuyos nombres volvían a la memoria, para siempre familiares, aunque el ejercicio de imaginar lo que habría sido de su vida no llegaba nunca muy lejos por falta de datos concretos o de ganas de buscar, y de todos modos más valía no saber demasiado ni tener esperanzas en reanudar la relación, por no tener que verse, una vez reunidos, en la tarea de rellenar torpemente los silencios, de encontrarse desamparados frente a la desoladora y más que probable ausencia de cualquier complicidad".
"Las cosas se agotan demasiado aprisa, se estropean en el momento más inoportuno (pero ¿podría ser de otra manera?)".
"El día más bonito de su vida pertenecía seguramente al pasado".
"Se habla con más frecuencia del día más bonito que del peor día. No suele uno preguntarse en qué consistirá el día más amargo y cuándo tendrá lugar".
"Algunos metros más adelante, la calle estaría, como siempre, abarrotada, llena de personas que no se cruzan y siguen sus caminos, acuden a citas, se lanzan en bicicleta para no llegar tarde.
La calle estaría superpoblada de caminantes que avanzan intentando mantener el rumbo, evitar un charco, sostener una mirada, mientras que sobre sus cabezas, en un piso situado en lo alto, un hombre tal vez habría dejado de preguntarse lo que haría al día siguiente. Los brazos levantarían cartones, se balancearían al ritmo de los pasos, transportarían bolsas. Las piernas irían en una dirección o en la contraria, avanzarían de frente, subirían escaleras. Las mentes albergarían miles de ideas, seguirían el hilo de un pensamiento, recordarían algunas palabras, soñarían inexorablemente con algún paraíso".
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